Mi lista de blogs

sábado, 25 de febrero de 2012

capitulo 5 quiebre

Capitulo 5

Lucas

Abrí los ojos. Fue más difícil de lo que pensé, me sentía hecho de gelatina. Hubiera sido más fácil seguir con los ojos cerrados flotando en cual sea la dimensión a la que me había ido. Estaba acostado sobre una mesa, estaba casi seguro de eso. El empapelado amarillo brillante de las paredes me hizo pensar que tal vez estaba en sala de profesores. Había entrado una sola vez en mi vida, pero reconocí la habitación por el espantoso color que la rodeaba. Alguien estaba conmigo, un hombre con ambo azul me sostenía el brazo tomandome la presión, creo. Dí un vistazo a todo el lugar para buscalo, papá estaba cerca de la puerta. Estaba más palido de costumbre pero en cuanto me vió me asintió , como diciendome que todo estaba bien. Traté de volver sobre los pasos de mi memoria para ver que demonios estaba haciendo allí. Volvió todo tan rápido como se había ido, dios mio ¿me había desmayado delante de todo el colegio?. Bueno, no podía estar seguro que todos me hubieran visto, pero si alguien lo sabía podía estar seguro que para mañana toda la escuela lo haría también. Peor aún, me desmayé tratando de escaparpe de clase. ¿qué idiota hace algo así?, la verdad es que era tan patético como sonaba. Cuando me preguntaran iba a tener que decir la verdad, no veía el caso mentir. Y para ser sincero jamás me importo mucho lo que otros pensaran de mi, aunque mi ego no estaba menos herido por eso, tenía que reconocer. Debo de ser el único tonto que hizo su fuga de la clase tan pública.

-Esta todo bien, ¿te sentís mejor?- me pregunta el médico.

-si, si, no es nada -dije avergonzado, me sentía como una nena de repente. Hice un intento de levantarme para mostrarle que estaba bien. Papá y él me volvieron a tirar hacía abajo para que me quede acostado, me había puesto mi sweater verde como almohada.

-Por ahora quedate acostado, al menos unos minutos más. Ahora te van a traer algo para que comas y te vas a poder sentar así te sube un poco la presión- el médico me dió una palmada en el hombro y salió por la puerta. Le hice caso sólo porque ya no tenía ganas de pelear por hoy.

Papá dejo pasar al médico y se quedo parado en la puerta, ninguna palabra salía de su boca. Suspiré. Esto no iba a ser divertido.
El silencio llenaba la habitación, y me alivié cuando una de las secretarias vino a dejar un poco de jugo de naranja, un sandwich y una barra de cereal. Papá amagó a tratar ayudarme a sentarme.

-Yo puedo, gracias- lo miré desafiante. Era díficil saber porque estaba tan enojado ahora también. Digo, tenía razones de sobra, pero ésta frustración repentina era algo más. Lo mejor era que me calmara un poco, estar de ésta forma no me había traído nada bueno.

-Si te caes de nuevo, y desde la mesa, no te voy a poder levantar y lo más probable es que te golpees la cabeza, así que dejá de dar ordenes- lo último no sonó tan autoritario como había esperado, más bien parecía más preocupado que otra cosa. Sin preguntarme, practicamente me alzó y me sentó en la silla. Rogué para que nadie entrara por la puerta en ese momento.
Empecé a comer todo lo que dejó sobre la mesa, aprendí hace mucho que si tengo comida en la boca no tengo necesidad de hablar.

-¿ Me vas a decir porque te estabas escapando del colegio?- preguntó. -Celia, me dijo que te fuiste de su clase sin ningún permiso -. Bueno, acá se venía el interrogatorio, pensé. Tampoco era nada del otro mundo, ¿realmente ibamos a hacer un lío tan grande de esto?. Tragué y mastique lentamente, no tenía ningún apuro de responder a eso.

- No tenías ganas de estar ahí- dije quitandole importancia y con cierto tono desafiante. Ya sabía de sobra que esto no iba a pasar desapercibido, así que no no iba a hacer ningún intento por suavizarlo.

-¿Podés ser más especifico?, casi ningún chico tiene ganas de estar en el colegio, pero es una oblicación. Y la mayoria de ellos, exceptuando la persona que esta delante de mío, suele quedarse a todas las clases. ¿Por qué te ibas Lucas?.

Me quedé en blanco. Ya no tenía más respuestas, ni verdaderas ni falsas. Ni a mi mismo podía contestarme eso, no sabía porque me me había levantado así. No fué de lo más racional de mi parte, más aún sabiendo como terminó todo. Peor en ese momento parecía lo único posible por hacer. Todo se reducía a ella, en el fondo lo sabía. No quería imaginarme lo que Anna estaba pensando de mi en éstos momentos. La había ignorado y dejado plantada en frente de toda la clase. Y no importa cuantas veces me decia que estaba bien, que podía estar cerca de ella, que no era tan impotante. El miedo de perder el control me dominaba cada vez que la veía. Terminaba por hacerle algún desplante como el de hoy o simplemente ignorarla. Culpa ya era una palabra chica para mi, y aún así tal vez era lo mejor que podía hacer por ella.

-Ya te dije, simplemente tenía ganas de irme a casa- repetí de nuevo tratando de poner atrás todo lo que no podía decir en voz alta.

-Estabas practicamente con un ataque de nervios, algo pasó Lucas. No llevo 17 años siendo tu papá por nada. No soy tonto tampoco, habla- ahora se arrodillo en frente mio, ¿tanto importaba el porque me había ido o no?. Me quería ir, punto. ¿Por qué sólo no abandonaba el tema?.

-Me sentía un poco enfermo en clase, sólo eso- dije. Esperaba que con eso ya deje de preguntar y además era lo más cercano a la verdad.

-¿ Por qué no me viniste a buscar?, si te sentís mal sabés que me podés encontrar en el colegio. Irte así no tiene sentido. ¿Hay algo más?- me miró como buscando en mis ojos la respuesta.

No llegué a abrir la poca, alguien había entrado a la habitación. Ví a Anna mirandome desde la puerta.

-Anna, hola -dice mi papá en cuanto la ve. -¿Está todo bien?, ¿Necesitabas algo?-preguntó papá con curiosidad. Al verla ahí, sólo supuse que se había enterado de lo que había pasado, genial para mi.

-emm, No y gracias. Sólo quería ver como estaba Lucas, uno de nuestros compañeros vió lo que le paso y me contó- dijo mirando al suelo. No menciono la pequeña parte en que la me levanté del asiento y me fui de la clase dejandola sola.

-ahh, pasá entonces. El está bien, fue un susto nada más- dijo, parecia levemente sorprendido frente a la idea de que Anna esté preocupada por mi. No era el único.

- Anna ¿te quedarías un segundo con el hasta que busque mis cosas del aula?-preguntó. Lo único que me faltaba era que la use a ella de niñera.

-Claro-respondió ella tímidamente.

Papá salió por la puerta y sin darnos cuenta nos quedamos solos. Miré al suelo porque la vergüenza no me permitía mirarla a los ojos.

-Entonces ¿te sentís mejor?-preguntó. - Cuando te ví salir así me imaginé que algo te pasaba pero no pensaba que te sentías mal, te podría haber ayduado si me lo hubieras dicho-dijo

Ella sólo se pensaba que estaba enfermo, y su amabilidad hacía su presencia casi insoportable, me anulaba por completo.

-No te preocupes- dije restándole importancia.

- Tal vez lo del trabajo lo podemos terminar más tarde, La profesora se quedó tan preocupada por lo que escuchó que te pasó que me dijo que podiamos terminarlo de tarea.
Ésto era lo que no podía pasar. Si ella se acercaba lo suficiente para que yo puediera ver la buena persona que es, si pasabamos tiempo juntos, yo sabía que no iba a haber vuelta atrás. Tenía que pararlo mientras pudiera.

-No es necesario que te molestes por mi, hace el tuyo y yo después hablo con La profesora Celia- dije lo mas amablemente que pude.

-No me molesta, en serio. Yo puedo darle una primera leída y sacar algunas ideas y vos podés completarlas. Después se las leemos y listo.

Me estaba dejando sin cartas. Más trataba de alejarla, más insistía en su intento de ayudarme. El enojo dormido que tenía conmigo mismo estaba volviendo, odiaba todo ésto.

-Anna ¿Es que no entendés?, no quiero hacer nada con vos. Dios, dejame en paz- dije y me dolió cada palabra. Sólo me quede mirando su cara de confusión y tristeza, y hasta cierta sorpresa. Por lo general me dedico a ignorarla, jamás había sido descortés con ella. Había una primera vez para todo, pensé.

Anna no dijo nada, sólo pude ver su rostro transformarse. Ya no lucia triste, sino muy enojada. Pensé que iba a decirme o a gritarme algo pero, en vez de eso,  dió media vuelta y salió dando un portazo. Lo había conseguido, ella me iba a odiar. Nunca tanto como yo me odio a mi mismo, pensé.

Papá volvió con sus cosas y mi mochila, yo estaba listo para irme. No quería estar un segundo más ahí.

-¿Qué pasó con Anna?-me preguntó

-No lo sé-logro responder. Jamás lo supe, pensé.

lunes, 20 de febrero de 2012

Capítulo 4. La idea del vos y yo

Capítulo 4.  La idea del vos y yo

Lucas

Entré a la casa y no miré atras. No iba a hacerme ésto esta noche, no iba a recriminarme lo que había hecho, lo que nos había hecho. Pensaría en eso mañana, hoy dormiria sin demonios atormentándome.
Fuí directamente al baño a darme una ducha, y aunque me había prometido a mi mismo no sobrepensar lo sucedido, no pude evitar el recordarme que mal había obrado ésta noche. Me había propuesto no meterme en la vida de Anna, no interactuar con ella y, sim embargo, un pequeño incidente y corro a ella sin pensarlo. Yo había marcado el camino para  que las bestias nos despedacen, y aún asi no me importaba. Correría a ella de nuevo una y otra vez. Al parecer, se había vuelto un imán del cual yo no podia escapar y yo sé, sin ninguna duda, que ambos vamos a pagar por ésto.
Me acosté sin cenar porque el dolor de estómago no me iba a dejar estar parado por mucho más tiempo. Realmente no me importaba si papá o Estaban me esperasen o no para comer, no tenía ganas de dar explicaciones a nadie. Cerré los ojos rogando tener una respuesta a lo que iba a hacer por la mañana, cerré los ojos y sólo pude esperar sumergirme en la oscuridad del mundo de los sueños.
 Escuché que alguien golpeó mi puerta en lo que me pareció que fueron minutos después, contesté que pase, prácticamente con un grunido.
-Son casi las siete- me anuncia mi papá. -¿Te vas a vestir?, vas a llegar tarde-sentenció.
Wow ¿ya había pasado la noche?, sentí que no había dormido nada. -Si, si claro. Ya me visto-dije entre ojos cerrados, todavia semidormido.
-Si querés que te lleve vas a tener que apurarte, tu hermano se llevo el otro auto-me informó, todavía parado cerca de la puerta y dando una seria inspección a mi cuarto con ojos curiosos.
-No te preocupes por mi, voy caminando-dije, esperando con eso terminar la conversacion.
-No bajaste a cenar anoche. Escuché que llegaste y viniste a tu habitación- me dijo mientras yo luchaba por ponerme la camiseta del lado correcto.

-Me dolía el estómago así que no bajé -¿ Otra vez haciendo de detective?, no era la mejor manera de empezar mi mañana.

-Me lo podrías haber dicho, te podía haber dado algo para eso-continuó.

-No importa, ya se me pasó-dije con indiferencia. Me puse los jeans que había usado ayer sin ni siquiera mirarlo. Sé que estaba aún el la puerta y por eso me empeñé más aún en ignorarlo.
No sé si fue mi indiferencia lo que lo enojó o simplemente no estaba teniendo un buen día, pero de repente me tomó del brazo con toda su fuerza y me hizo mirarlo a los ojos. 
-Si te está pasando algo, no quiero ser el último en saberlo-. Casi me pude ver en sus ojos verdes cuando dijo eso, a veces me olvidaba lo parecidos que éramos. No estaba de buen humor, podía notarlo. Nos quedamos mirando un instante, por un momento quise soltar todo lo que me estaba molestando. Quería decirle todo lo que sabía que había hecho, quería gritarle que lo odiaba. Pero no tuve el coraje de hacerlo, ahí en frente de él, tenía la oportunidad de pedirle la verdad. Y aún así no lo hice. Yo no podía enfrentarlo todavía, me importaba demasiado aún. Yo sólo no podía tirar a la basura lo poco que quedaba de nosotros.
El sóltó mi brazo y se fue dando un portazo, no era el único que no estaba féliz conmigo hoy. Ya eramos dos.
Caminé al colegio repitiendome una y otra vez a mi mismo el plan para hoy. Ir a clase, estudiar, prestar atención, saludar a Anna en clase de literatura e irme a gimnacia. Decidí que no iba a hacer nada al respecto, la saludaría como costumbre y nada más. Haría como si nada hubiera pasado. Me dolía hacerme el indiferente, sabiendo que ella necesitaba alguien en quien confiar. Peor aún, yo quería ser esa persona para ella. Pero no debía hacerlo por razones que seguí ennumerando en mi cabeza. Caminaba cada vez más lento porque en mi interior sabía que no quería llegar jamás al colegio, no quería hacer ésto. Concideré escaparme y no ir, pero mi papá se daría cuenta estando allí adentro y ya estaba de suficiente mal humor.
Entré y fuí directo a la clase de matemáticas, me senté lo más alejado del frente que pude y saqué los libros y las hojas que sabía que no iba a usar. Hoy no estaba lo suficientemente concentrado para hacer nada, en mi mente había dicho estudiar, prestar atención, saludar a Anna e ir a gimnacia. Ya iban dos que no iba a hacer. Éste día iba a ser increiblemente largo.
Pasó la hora de matemática, la de inglés y la de arte; todas desapercibidas. Creó que llegué a anotar la tarea para hacer en casa, ni idea como iba a realizarla ya que no había prestado atención en ninguna de las materias. Me dirijo a la clase de literatura completamente determinado a sentarme y no prestar atención a nada ni a nadie tampoco allí. Sólo la saludaría secamente como lo había hecho todos éstos años. Nada más.
Entré al aula y automáticamente la miré. Primer error, lo supe. Ella ya estaba escribiendo y la profesora aún no estaba en la clase, instantáneamente me dí cuenta que era la tarea de alguna otra materia. Ella no perdía el tiempo, pensé sonriendo. Me dirigí al asiento más alejado de ella posible, sentí su mirada en mi mientras me sentaba. Le dediqué un hola apagado a sus ojos color caramelo y me volví para no verla de nuevo. Ésta sensación de malestar estaba creciendo dentro de mi. No sabía si me odiaba más a mi mismo cuando estaba cerca de ella o cuando la ignoraba.
La profesora llegó unos minutos después y balbuceó una asignación. Estoy casi seguro que tenía que ver con la interpretación de un poema que ella nos iba a asignar.
-Van a trabajar en grupos de a dos y al final de la hora van a exponer lo que han interpretado del poema-dijo mirando a la clase.- Pueden elegir ustedes mismos su compañeros-aclaró y en ese instante toda la clase se puso a hablar para encontrar pareja. Todo el mundo fue sentándose al lado del compañero elegido, yo en cambio, no me esforcé por encontrar a nadie. Sólo me quedé ahí sentado, rogando porque pase la hora. No me importaba lo que la profesora diga, o como me castigue. No sentía deseos de socialibizar con nadie hoy. En el transcurso de la clase había pasado de sentirme culpable y triste a estar malhumorado y frustrado. Estaba cansado de hacer lo que se suponía que otros esperaban de mí. Yo ya no sabía ni quien era.

-Lucas, veo que no tenés pareja- Me dijo la profesora fingiendo estar sorprendida por ese hecho, ella había visto que no había movido un dedo por buscar un compañero. Ví que Cristian tampoco tenía pareja, al menos no era el único. Casi nadie quería trabajar con él, todo el mundo lo trataba como un bicho raro. Idiotas, pensé. Supongo que trabajar con él no sería tan malo, lo prefería cien veces a él que a muchos otros de ésta clase.

-Lucas-me llamó la atención la profesora sacándome de mi ensimismamiento. -Vos vas a trabajar con Anna, y Cristian va a trabar conmigo, dado que somos impares hoy. 

Casí me caigo de la silla cuando dijo eso,  Me había tomado completamente por sorpresa. ¿Trabajar con Anna?, era lo único que no podía hacer. Me volteé para ver su rostro, al parecer ella tampoco había conseguido pareja y al parecer estaba tan sorprendida como yo de las palabras de la mujer. Cristian parecía de peor humor aún, casi toda la clase estalló en burlas cuando fué a sentarse al lado de la profesora para trabajar en su poema. Supongo que eso era la muerte para un chico de 16 años.
Veo a Anna venir hacia mi asiento, y se me está yendo el aire de los pulmones. ¿Qué se supone que iba a hacer con ella al lado?, no podría ignorarla si tenía que trabajar con ella. Dios santo, ésto se estaba convirtiendo en mi infierno personal.
-¿Me puedo sentar?-preguntó parada en frente mio. No recuerdo haber dicho que sí, pero algo habré dicho porque ella finalmense se sentó. La profesora pasó y nos dió el poema que teníamos que analizar, ni siquiera lo miré. Sólo tenía ojos para ella, ahora sí tenia miedo.

-¿Lo lees vos o lo leo yo?-dijo con timidez al ver que yo no decía nada. Sus ojos color caramelo se notaban cansados, hoy tampoco se había peinado al parecer. Estaba casi seguro que había corrido a la escuela a último minuto como hacía siempre. Si ella quería decir algo sobre la noche anterior, no lo sabía porque al parecer ella sólo tenía ojos para la tarea. Yo quería decirle algo, a pesar de que habia jurado no hacerlo, pero no se me ocurria que. El aire en el aula se sentía más denso. Me estaba costando respirar, cualquiera sea el sentimiento que me invadía no podía controlarlo, era un cobarde. Lo soy, soy cobarde me repetí. Agarro mi mochila y sin dirigirme a ella ni a la profesora me marcho lo más rápido que puedo.

-No puedo hacer esto-sólo logro articular y salgo tan rápido que casi no oigo las objeciones de la profesora. Tenía que salir del colegio o me iba a volver loco, corrí hacia la salida ahora. Escaparme me iba a costar un castigo enorme, y para ser sincero no me importaba, sólo quería salir de éste pantano que me estaba absorbiendo hacia abajo. Tenía que salir, sentía como se me cerraba la garganta. Pude llegar hasta la puerta y sin mirar a nada o nadie salí lo más rápido que pude. Tan trastornado estaba que no me dí cuenta que alguien  venía corriendo atrás mio. No fue hasta que traspasé la puerta que me dí cuenta que mi papá se me habia adelantado. Casí choco con él de tan desesperado que estaba, me agarrá por los hombros violentamente. Estaba tan aturdido que pienso que está agarrandome sólo porque está enojado o quiere que vuelva, siento sus brazos que me envuelven y evitan que me mueva. Me di cuenta un segundo después que lo hacía para evitar que cayera. Me estaba cayendo. Sentía como estaba abandonando al mundo conciente. Todo se volvío borroso hasta que ya no vi más nada.

lunes, 13 de febrero de 2012

Capitulo 3 Descubrir



Capitulo 3 

Anna 

Mis pensamientos divagan mientras seco las zapatillas de Layla en la cocina, con suerte las va a poder usar mañana y dentro de la casa puede ponerse pantuflas. Estoy tratando de hacer una lista mental de todo lo que tengo que hacer pero me disperso fácilmente. Trato de poner en orden las tareas, primero tengo que lavar la ropa. Si, eso es una, logro recordar, y era urgente!. Ya prácticamente no tengo ropa interior limpia, el hecho de que estoy usando una  bikini vieja me delata. Después tengo que llamar a Lib para ver si me da un turno extra en la cafetería, eso también es importante porque no tengo casi nada de efectivo. Hay que ir de compras y llenar un poco la alacena que está vacía, pero otra vez está ahí el pequeño dilema de la plata. Lo haría el viernes cuando me pagaran. Tengo que hacer mi tarea de biología y  por último la cena. Al menos eso va a resultar más fácil, Layla había ido a cenar de una compañera que vive a dos cuadras, sólo tengo que recordar ir a buscarla a las nueve.  
Así que somos Mamá y yo, mamá por lo general come en su habitación así que creo que iba a estar sola en la mesa. Daba igual, no tengo ganas de hacer algo tan elaborado tampoco. 
Pongo la segunda tanda de ropa a lavar y me lamento de no haber hecho esto antes, se acumuló tanta ropa que ni siquiera voy a tener espacio para tenderla. Llevo la que saqué limpia para colgarla afuera, el jardín está bastante decente. Había cortado el césped el sábado a la mañana antes de ir a trabajar y había quedado prolijo. Es un jardín pequeño, pero el pasto está verde y con Layla habíamos plantados algunas flores y un limosnero. Termino de colgar la ropa con una sonrisa en el rostro al ver a lo lejos el gato de nuestros vecinos durmiendo arriba del perro, tan eclipsada estoy con esa pequeña dulce imagen que no me doy cuenta de los gritos a mi alrededor. Tardo un segundo para entender que provienen de mi propia casa y corro adentro esperando que no sea lo que me imagino. 
Lamentablemente era lo que yo ya creía, mamá está discutiendo con Adrián, el último novio que había tenido. Adrían sólo había cumplido los dos meses viviendo en casa cuando decidió irse, creo que la excusa fue algo así como que no estaba listo para formar parte de una relación estable aunque estoy bastante segura que la verdadera razón era que se había hartado de mamá, ningún hombre dura cerca de ella por mucho tiempo. Los fastidia tanto que  terminan corriendo lejos de ella, suerte la de ellos.  
Odio que ella meta extraños que conoce dios sabe donde, porque sale poco y nada, en nuestra propia casa. Bien podrían ser psicópatas  o delincuentes o ambos, pero en cuanto yo le presento mis muy buenas razones para no traer a su “nuevo amor” con nosotras, ella me recuerda que la casa es suya y que hace lo que quiere como persona mayor que es. Mis protestas son un caso perdido. 
No tuve mucho tiempo para formarme una opinión de su último compañero, casi nunca estaba en casa y terminó por irse no mucho después de su llegada. No había sido el peor novio de mamá, al menos trabajaba. 
La discusión está en torno a las cosas que el hombre había dejado en casa, estoy casi segura que mamá tiró todo en el instante que él se fue. 
Esto no va a terminar bien. 
El continua gritando que ella va a tener que pagar por todas sus pertenencias, ella empieza a tirarle almohadones y lo echa de casa, el menos no son platos esta vez, pienso. Él la agarra de los brazos para evitar que le siga tirando cosas, y la arroja sobre la cama. Me estoy poniendo verdaderamente nerviosa, porque si ambos no dejan de gritar sé que algún vecino va a llamar a la policía. No puedo dejar que eso suceda, el puede tener antecedentes que yo no sé y ella, estoy bastante segura, de que está borracha. Si se los llevan, van a empezar las preguntas de las autoridades acerca de cómo vivimos. Dios, realmente no lo puedo dejar llegar tan lejos. Si ellos, por algún momento dudan de su capacidad para cuidarnos, vamos a tener muchos problemas. Layla va a terminar con un padre que no puede cuidar de ella porque apenas logra cuidarse él mismo y yo dios sabe donde. Ni siquiera sé donde vive el mío. 
La situación se está poniendo peor, mamá lo muerde fuerte en el brazo y él la empuja al suelo para sacársela de encima, me empiezan a temblar las manos. No importa cuan molesta esté con ella, no quiero ver como nadie la golpea. Entro en la habitación en un intento de separarlos, él sigue recriminándole por sus cosas, ella grita algo de otra mujer. En un intento de pedir a los dos que paren, que los vecinos se van a asustar, mamá me echa del cuarto y me pide que los deje en paz. A esta altura estoy tratando de contener las lágrimas, ¿Cómo ella no podía ver lo que está haciendo a nuestra familia?. 
Voy a mi cuarto en un intento de calmarme y poner todo en perspectiva, no funciona. Siento que me falta el aire, no puedo respirar y lo único que pienso es que no debe quebrarme, yo tengo que ser fuerte para poder arreglarlo todo. Abro la ventana de mi habitación y salgo al patio lateral que da al jardín trasero para poder respirar el aire de la noche. No quiero escuchar más, no quiero ver más. Me agacho en el suelo y me hago un ovillo, tapándome la cabeza con las manos. Me concentro en respirar. Tengo que seguir escuchando a pesar de que es lo último que quiero, no puedo dejar que llegue al punto en que se hagan daño. Si él la golpeaba, llamaría a la policía y después lideraría con la consecuencia de esa acción. Me dan ganas de vomitar con sólo pensarlo. Apoyo mi cabeza sobre las piernas y cierro los ojos para no llorar, no voy a sentir lástima por mí misma, de ninguna forma. Hay personas en peores situaciones.  
No escucho sus voces por algunos minutos y me preocupo, al segundo empiezan los gritos y reclamos nuevamente. Pienso que no puede ponerse peor cuando oigo el sonido de alguien camino hacia mi. Levanto la cabeza para ver que o quien es. Me equivocaba si pensaba que esto no podía empeorar, Lucas está en frente mío. 
Se queda mirándome por un segundo como queriendo sacar alguna respuesta escrita en mis rostro. No puedo más que mirarlo y…mirarlo, porque no encuentro mi voz para decirle absolutamente nada. ¿Está acá porque escuchó los gritos?, ¿Había llamado a la policía? o peor, tal vez, le dijo a su papá. Me quedo inmóvil del horror por lo que significa su presencia delante mío, justo en éste momento, en ésta hora y lugar. 
Sé que nota mi cara de espanto porque instantáneamente se sienta en el pasto frente a mi y agarra mi mano tan fuerte que salgo momentáneamente de mi burbuja de terror personal. Empiezo a tratar de explicar, pero no logro hacerlo. Lucas me calla apenas intento abrir la boca. 

-No necesito que me expliques-me dice sosteniendo mi mano aún y con ojos serios- Lo único que quiero saber es si estás bien y si querés que llamemos a alguien o por ayuda, tengo mi celular, puedo llamar a la policía. 

-No- casi grito. -La policía no puede venir Lucas, no puede. Por favor, jurame que no vas a llamarlos-digo con tono de desesperación. 
El me toma de ambas manos y ahora me doy cuenta el porqué, estoy temblando tanto que lo debo de haber asustado. No es esta situación la peor que viví en mi vida, pero me pone muy nerviosa cuando las personas se enfrentan. Me da miedo no tener el control y que todo se vaya al demonio en un instante. 

-No voy a llamar a nadie si es eso lo que querés-me promete, ahora ya no me mira con esos ojos preocupados, lo hace con ternura. Y si yo no estuviera tan agobiada por lo que está sucediendo pensaría en lo rara de ésta situación. Lucas jamás me había dirigido palabra más allá de algún que otro saludo formal, y ahora está acá en frente mío, viéndome en uno de mis peores momentos, escuchando mis lloriqueos y los gritos e improperios de mi madre de fondo. Pienso en que debería sentir vergüenza y echarlo lo más lejos posible, gritarle que no era asunto suyo. Pero su presencia y su ,al parecer, genuina preocupación me conmueve de algún modo y reconforta. ¿Acaso puedo confiar en ésta persona que está en frente mío?. 

- Ann, no llamo a la policía pero por ahí puedo pedirle a mi papá que se de una vuelta y trate… 

-¡Menos!- lo interrumpo. No quiero que el profesor juegue ningún papel en esto, después tendría que enfrentarlo en el colegio. Sería la peor de mis pesadillas.  
¿Me llamó Ann?, ¿Desde cuándo tanta confianza?, dejo pasar eso. Suena bien mi nombre en su voz y moriré antes de admitirlo, pero me gusta ésta repentina confianza, se siente natural. 

-Lucas -digo soltándome de su agarre, tengo que dejar de sentir su piel si quiero  concentrarme y poner las cosas en perspectiva. -No te preocupes, esto ya pasó antes, créeme. Ella va a empezar a rogarle que vuelva, que deje a la mujer de turno que esté viendo y él va a cansarse de sus súplicas y se va a ir y nunca volver. Pasa siempre-digo tratando de convencerlo a él y a mi misma un poco. Me seco las lágrimas, ahora que estoy un poco más entera me da vergüenza haber perdido la cabeza así y delante de él. No quiero que sienta lástima de mi, no puedo soportar eso. 

- Anda a casa, en serio, no es nada -digo fingiendo estar más calmada de lo que verdaderamente estoy. 
El me mira como no sabiendo que hacer que conmigo, por último, se queda sentado y se abraza a sus piernas. 
-Entonces esperemos a que terminen -sentencia. Lo dice con tanta decisión que no me animo a replicar, ya no me pregunto si puedo confiar en él. Sólo quiero saber quien es la persona que estaba enfrente mío. 

Los próximos veinte minutos son una copia del relato que le hice a Lucas. Mamá deja de pelear y empieza a rogar al hombre que vuelva, que deje a quien sea que está viendo. El entiende que lo que enfrenta es un caso perdido y abandona la casa minutos después. Mamá vuelve a gritarle con rabia que lo odia al verlo irse y luego se encierra en su cuarto.  
Suspiro de alivio en cuanto oigo al coche marchar, Lucas sigue sentado en frente mío. Ambos nos seguimos mirando sin decir una palabra, quiero decir algo, pero por alguna razón o por todas las razones del mundo ninguna palabra sale de mi boca. Me levanto del suelo y me sacudo los jeans mientras veo a él hacer lo mismo. 

-Bueno, ehh si no necesitas nada, me voy. ¿Ella va a estar bien?- pregunta. 

-Si, no es nada, mañana será otro día-digo mirando un poco el suelo, ahora que todo terminó, me siento un tanto incómoda. Consulto el reloj y veo que ya son las nueve, tengo que ir a buscar a Layla. 

-¿No vas a entrar?-pregunta curioso. 

-emmm, no, en realidad tengo que ir a buscar a mi hermana a dos cuadras- digo caminando hacia la vereda. 

-Te puedo acompañar, si querés - la sugerencia es dudosa, y noto un poco de nerviosismo en su voz. ¿Es porque lo considera necesario o porque justo hoy había decidido hablarme o simplemente quiere hacerlo?. 

-No, son sólo dos cuadras. No te preocupes, tendrías que ir a casa de todas formas. Se está haciendo tarde- digo tratando de sonar natural. 

Me empiezo a alejar para no tener que seguir con la charla, es de lo más extraño todo. Me doy cuenta como en un segundo puede cambiar tu percepción de una persona, esto fué lo máximo que había charlado con Lucas en toda mi vida. Y fue tan fácil, ese pensamiento me asusta más que cualquier otra cosa. 

Me doy vuelta para enfrentarlo de nuevo. Ya a cierta distancia ahora, y sólo puedo decir- Gracias - Doy la vuelta sin darle oportunidad a responder y sigo caminando llena de sentimientos confusos. 

Toco la puerta del bonito chalet, los padres de  Azul me saludan y me entregan a Layla, ella por supuesto jamás se quiere volver. Siempre tiene que jugar un rato más como sea. Los padres de la niña le dicen que puede volver cuando ella quiera. Con esa promesa, accede a volverse conmigo. Caminamos juntas las dos cuadras a casa, ella salta casi todo el tiempo. Me alegra el verla tan feliz, tan inocente.  
Layla corre el último trayecto y entra en la casa sin mirar atrás, yo camino más lento ahora para no llegar tan rápido. Había sido una tarde agridulce en todos los sentidos. Me quedo unos segundos en el porche aspirando el aire de la noche. Miro hacia la casa de enfrente en completa oscuridad, excepto por un pequeño farol ubicado en la entrada. Me acerco unos pasos, sorprendida al ver una sombra ahí.  
Lucas está apoyado sobre la entrada de su propia casa, me sonríe. 

-Sólo quería asegurarme de que habían llegado bien -dice su voz en medio de la noche. Y con eso da media vuelta y se va, entrando a su casa. 

Me quedo inmóvil viéndolo desaparecer en la oscuridad, definitivamente él es una persona extraña a mí, ahora lo sé.  
Sin embargo, no es eso lo que me asusta. Lo peor es que yo quiero conocer a esa persona.