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sábado, 31 de marzo de 2012

Capítulo 15 parte 2 Siempre es de Noche


Capítulo 15 parte 2. Siempre es de noche 


Anna  

No puedo sacar la vista de la hoja de papel en blanco. Ni siquiera sé cuantos minutos pasaron desde que empezó el examen, podría haber sido recién o podría estar terminando. No estoy segura. Lo único que puedo ver es el enorme espacio en blanco en donde deberían estar mis respuestas. Es el mismo espacio en blanco que hay en mi cerebro ahora mismo. Pensé que venía preparada para afrontar el desastre, me equivoqué. Recorro la clase y veo a mis compañeros escribir tan rápido que el sonido de los lápices me lastima los oídos. Hasta Malena, la rubia tonta que trata mal a todo el mundo va escribiendo su tercera página. No puedo creerlo. Todo el mundo parece saber las respuestas y yo ni siquiera logro responder la primer pregunta. 


No había logrado leer mucho para este examen en particular. Entre mamá, Lucas y el trabajo, el tiempo se había disuelto en mis manos. Pensé que podría completar al menos la primer pregunta con lo que había escuchado en clase. Por lo general, presto mucha atención y tengo muy buenas anotaciones. Bueno, ahí está el primer error. No había anotado nada estas últimas semanas y mi cabeza había estado en cualquier lado menos en la clase. Tendría que haberlo sabido. Para la mayoría de las personas no es la gran cosa, pero para mí, ser una buena alumna es prácticamente todo. No me destaco en muchos aspectos. No soy buena en deportes, ni particularmente linda, ni tengo alguna destreza que explotar. Lo único que sé es estudiar y saber las respuestas a las preguntas de los profesores. Si sacábamos eso, no me quedaba nada. 


En estos momentos, cuando veo a todo el mundo tan concentrado, me siento como un completo fracaso. Nunca, nunca había entregado un examen en blanco. Hoy ni siquiera entiendo lo que quieren decir las preguntas, ni hablar de saber las respuestas. Más trato de buscar en mi cerebro, menos encuentro algo que me ayude. Estoy completamente vacía y siento cierta desesperación. Es como ser perseguida por alguien y toparse con un callejón sin salida. Necesito tomar una decisión. O lo entrego en blanco o trato de recordar. La segunda opción parece imposible en estos momentos. Levanto la vista de nuevo hacia donde está el profesor. Veo que me está mirando. ¿Es muy notorio que no levanté el lápiz en todo el examen? Me asiente como animándome a que escriba. Vuelvo a mirar a mi hoja, es peor si despego la vista de ella. Ruego para que no me de uno de sus sermones después, un Benson en mi vida ya es suficiente. Lo único que me falta es lidiar con el padre también. 


Lo aprecio muchísimo al profesor, es lo más cercano a una figura paterna que tuve en toda mi vida, pero miento si digo que las cosas están bien entre nosotros. Se había vuelto todo muy complicado. Estoy casi segura de que él no es muy feliz con una posible relación entre Lucas y yo. Ni hablar de lo que pasó la otra noche, no nos habíamos visto después de eso. Prácticamente lo eché de casa. Sé que él sólo buscaba ayudarme, pero su tono me había tomado por sorpresa y no pude evitar sentirme estúpida y algo regañada. Le había dicho que se fuera y gracias a Dios él no me había buscado desde entonces. Fue un tanto injusto de mi parte, ahora lo sé. Pero es difícil sentir que decepcionás a la única persona que querés hacer sentir orgullosa, fue raro para mí verlo con esa mirada de desaprobación en el rostro. 


El timbre de finalización de clase suena en algún momento, veo a casi todo el mundo pararse entregando sus hojas. Estoy literalmente pegada a la silla, quiero salir corriendo de acá pero ninguna parte del cuerpo me responde. Es melodramático, lo sé. Ahora entiendo cuando dicen que el orgullo es el peor de los pecados, te hace cosas como ésta. Todo lo que siento son unas inmensas ganas de llorar. No sé si es por el examen solamente, la sensación de vacío que tengo es general. Estoy cansada, muy cansada. Ni la perspectiva de ver pronto a Lucas me ayuda a calmarme. Siento como el aire se reduce en la habitación y no llega a mis pulmones. Todo parece hacerse pequeño, encerrándome más aún.   


-Anna, Anna -el profesor está en frente mío observándome. 


-Perdón, es que me distraje -logro decir tratando de tomar aire y no dejar que la falta de sueño y descanso me jueguen una mala pasada. 


-¿Por qué estás llorando? -pregunta acercando un banco y sentándose en él. 


-No estoy llorando -contesto a la defensiva. Una lágrima solitaria que se me haya escapado por el rostro no significa que esté llorando. Me niego a aceptar eso. 


-¿Tiene que ver con el hecho de que tu hoja esté en blanco? -lo miro sin poder contestar, odio el hecho de que siempre lo sepa todo-. Vamos, te estaba mirando. Nunca levantaste el lápiz, ni siquiera pestañeabas para ser sincero. Me asusto un poco -dice dando una media sonrisa. 


-Lo voy a hacer mejor la próxima vez, lo prometo -sólo logro decir entregándole el examen. 


-No necesitás prometerme nada, te conozco. No es eso lo que me preocupa, sos una alumna brillante. Es todo lo demás que no decís lo que me inquieta. Me haces acordar un poco a Lucas, a él tampoco le gusta decirme nada -agrega. 


-No tengo nada para decir –contesto-. Y no voy a volver a llamar a Lucas tan tarde de nuevo. No era mi intención tratarlo así el otro día, usted tenía razón. Yo sólo... 


-Ahora si me voy a enojar Anna. ¿Me podés mirar cuando te hablo? -pregunta esperando que despegue la vista del suelo. 


-Ya estaba enojado conmigo. ¿Se acuerda? -replico. 


-No, jamás lo estuve, no me creo lo cabeza dura que sos. En ningún momento se trató de Lucas o de mí, sólo tenía que ver con vos. Sé perfectamente que no tengo derecho a meterme en tu vida pero eso no significa que no vaya a hacerlo. No quiero que estés sola por la calle ni que que te veas envuelta en nada peligroso y sobretodo quisiera que te convencieras de una vez que soy una persona a la que podes recurrir. No es por Lucas solamente por el que estoy preocupado -concluye. 


No sé qué decir, sólo siento lágrimas provenir de algún lugar y acumularse en mis ojos. 


-Vi a tu mamá llegar anoche -dice y capta mi atención por completo con eso. Me quedo mirándolo por un segundo antes de responder. 


-Bueno, sí. Tenía que volver algún día. ¿Qué hacía usted despierto tan tarde? 


-Cuando están solas me doy una vuelta de tanto en tanto para ver si está todo bien y de paso salgo a estirar un poco las piernas. Espero que eso no te moleste -explica. 


-¿Usted nos vigila? -pregunto resumiendo la explicación, un poco sorprendida de que se tome ese trabajo y más aún la forma tan natural en que lo dice. 


-Supongo que ésa es una forma de interpretarlo, si -admite.  


-No tiene por qué hacerlo Elías, no soy su responsabilidad.  


-Eso es discutible Anna -replica y sólo se queda ahí sentado esperando a que responda. ¿Qué se supone que debo decir a eso?. Es conmovedor que él muestre afecto por mi familia y por mí. No puedo evitar pensar en Lucas y en cuento se parecen. Y si bien sé de la dificultad que tienen en entenderse, tengo que decir que el profesor es un padre que cualquiera quisiera tener. Le guste a Lucas o no. Su compasión y honestidad hace que sienta vergüenza de mi propia familia a veces, vergüenza de mi misma inclusive. ¿Qué pasa si termino siendo igual que mi mamá, o igual a mi papá donde quiera que esté? ¿Qué pasa si por más que luche contra la idea, el tiempo y la sangre que corre por mis venas me hagan exactamente igual a ellos? La idea me deja sin aire. Sé en mi interior que tengo que ser una mejor persona por Layla, por Lucas y por mí. No quiero convertirme en un ser egoísta cuyas adicciones marquen cada decisión equivocada que dé. Sólo que no sé cómo hacerlo. No sé absolutamente nada. 


-¿Por qué no te sentás un rato más y tratas de hacer el examen? Sé que prestas atención en clase, estoy seguro de que si te concentrás un poco las palabras van a salir -dice dedicándome una media sonrisa para alegrarme. 


Niego con la cabeza sin dejarlo ni siquiera terminar. 


-No me acuerdo. No sé nada. Solo repruébeme -contesto y noto las lágrimas que empiezan a caer. Siento que es un cuerpo extraño el que está llorando, por un momento no me reconozco. ¿Realmente voy a llorar por un estúpido examen? Esta no soy yo. 


Y sin embargo, una vez que derrame la primer lágrima, el resto se siente más fácil. Lloro con tanta facilidad que me asusta. Lloro por nada y por todo a la vez, es una sensación horrible pero tan liberadora que desconcierta. 


Me levanto en un intento de salir de ahí con al menos un poco de dignidad. Ni siquiera llevo mi mochila, lo único que espero es poder huir de la habitación sin más planteos ni preguntas. Choco contra el pupitre de atrás y golpeo la parte baja de estómago, sigo adelante sin detenerme a pensarlo. 


Siento como alguien toma mi ropa antes de llegar a la puerta. El profesor me da vuelta del brazo y abraza tan fuerte que me doy por vencida. Él es mucho más alto que yo, entre sus brazos parezco una nena de la edad de Layla. Me avergüenzo por estar empapándole la camisa de lágrimas, pero al parecer había abierto una puerta que ahora no podía cerrar. El me deja llorar y no dice ninguna de esas palabras tontas que a nadie consuelan. 


Siento como si me estuviera ahogando de nuevo, como aquella vez cuando era tan solo una nena. Pero esta vez, hay alguien a mi lado. ¿Qué significa esto? 


No tengo ni idea. 







domingo, 25 de marzo de 2012

Capítulo 15 parte 1. Siempre es de Noche



Anna

El reloj marca la una y diez de la mañana, estoy en la cocina leyendo el libro de historia. Leyendo es decir mucho, hace quince minutos que estoy repasando la misma línea sin poder avanzar. Pienso en Lucas, en mamá, en el examen y en Lucas de nuevo. El examen parece, a estas alturas, un caso perdido. No logro recordar absolutamente nada de los sucesos que llevaron a la segunda guerra mundial. Lo de Lucas es un tema más complejo, lo de complejo se debe a que no está cerca en este momento. Haberme separado de él, por más que sé que voy a verlo en la mañana, significó un muy alto esfuerzo de mi parte. Admitir eso duele también, especialmente a mi ego de chica superada que no necesita hombres. Lo único que quiero es tenerlo cerca, me importa nada mi orgullo en estos momentos. ¿Cómo hacen las chicas con novio en la escuela para concentrarse en sus tareas? No es que Lucas sea el mío. Digo, algo somos. No estoy muy segura de que realmente. Se está definiendo conforme cada paso que damos.

Mientras trato de disipar todas estas inquietudes de mi cabeza, me dispongo a leer la próxima línea esperando poder avanzar de una vez por todas. Levanto la cabeza del libro cuando escucho el sonido de una llave en la cerradura. Me asusto en un principio pero al ver que la puerta no se abre, pienso en una sola persona. Camino descalza hacia el living y me asomo por la ventana. Por supuesto que es ella, está metiendo la llave equivocada como de costumbre. Abro de golpe y casi se cae arriba mío por la sorpresa. El olor a alcohol me inunda y asquea por completo. Trato de enderezar su postura y la miro de arriba abajo para ver si está completa. Su ropa no es la misma que estaba usando cuando se fue, quiero creer que es porque su amiga le presto la ducha para darse un baño en algún momento. Su pelo castaño luce hermoso aun estando sin peinar y su rostro sin ese maquillaje horrible la hace ver más joven aún. Ella me mira dedicándome una sonrisa como si esta situación no tuviese nada de peculiar. Me da una palmada en el hombro y se dirige a su habitación caminando irregularmente. Al menos se acuerda dónde está, pienso al verla entrar al cuarto correcto.
Me asomo por la puerta sólo para ver si necesita ayuda. Veo que se acuesta vestida y se tapa con una delgada manta azul que no lavo hace muchísimo tiempo, ni me acordaba que existía. Se duerme al instante. Al menos una de las dos puede hacerlo. Me quedo en la puerta de la habitación mirándola dormir, me hago una bola contra la pared y me siento por un rato cerca de ella. No quiero que empiece a vomitar sobre su cama, ni sobre ella, no de nuevo. 

No sé cuánto tiempo estuve ahí, sólo que ya es de día y tengo que empezar a correr para ir al colegio. Mamá no se movió un centímetro en toda la noche, su sueño parece placido y tranquilo. No puedo decir lo mismo del mío. Sé que cerré los ojos un par de veces, pero dormir sentada contra la pared no es dormir para nada. Me duele todo.
Busco el libro de historia y lo meto en la mochila, lo mismo hago con mis apuntes y lápices. Tendría que haber ordenado todo antes. Voy a mi cuarto, me calzo unos jeans limpios y una camiseta azul. No encuentro mi campera por ningún lado, así que abandono esa búsqueda. Tal vez ni frio haga afuera de todas formas. Me peino un poco con los dedos, sólo porque sé que voy a ver a Lucas, sino ni me molestaría. Agarro mis llaves y salgo de la casa, un poco más tranquila al saber que hoy dejo a mamá segura en ella. Un poco más triste, por saber en las condiciones en que había llegado.

No tengo ni un segundo para pensar en Lucas, porque ni bien pongo un pie afuera lo veo salir de su casa. Cruza la calle para saludarme. Tiene unos jeans que le calzan perfecto igual que siempre y una camisa escocesa desabrochada que deja ver una camiseta blanca debajo. Su pelo está despeinado, casi como estaba el mío hace unos minutos. Tendríamos que empezar a llegar a tiempo a todos lados, la impuntualidad es una característica que al parecer compartimos. Cuando se para frente a mí para saludarme no puedo dejar de notar el golpe que tiene en el rostro. Parte de su nariz y su pómulo están hinchados y tienen una coloración tirando al verde y al azul.

-¿Qué fue lo que te pasó? -pregunto horrorizada. Lo había visto ayer hasta tarde, incluso sé que entro a su casa. ¿Qué le había podido pasar en un periodo tan corto de tiempo?

-No es nada, no te preocupes -sonríe quitándole importancia. Me quedo mirándolo sin decir nada.

-Es muy temprano para que empecemos con evasivas -suelto de mal humor. Nada me cae bien sin haber tomado un café primero.

-No quiero hablar de eso ahora, después. ¿Dónde está Layla? -pregunta.

-Lib la lleva al colegio hoy -respondo sin ganas y lo dejo hablando solo mientras empiezo a caminar hacia el colegio.

-Hey. ¿A dónde vas? Yo te llevo, vamos en auto -lo escucho decir.

-Paso, pero gracias -contesto con una sonrisa falsa. ¿Qué se supone que estoy haciendo? Estoy montando una escena de celos a un chico que no es mi novio. Sé que lo que hago es irracional pero es así como me siento, como una completa desquiciada. Veo que él está perplejo esperando que dé la vuelta. No quiero hacerlo

-Estás actuando como una nena insegura de nuevo -le escucho decir. Frase equivocada, pienso. Nunca, pero nunca, le digas a una mujer que es insegura y menos aún por la mañana, cuando está de pésimo humor.

-Y vos como un completo idiota. Ah, cierto, ese es tu estado natural -concluyo.

Corro a la escuela para evitar tirarle uno de mis útiles por la cabeza. ¿Por qué estoy reaccionando así? Lo peor es que él tiene razón en la parte de nena insegura. Es así como me estoy comportando. Tal vez es que tengo tanto miedo de que sea él el que se arrepienta, que estoy buscando alguna excusa para ser yo la que lo termine y no verme humillada en el proceso.

Corro hasta quedarme sin aliento, mi estado físico es un asco. Todavía me faltan dos cuadras para llegar y no tengo más aire en mis pulmones. Me detengo para recuperarme, siento los latidos rápidos de mi corazón. No estoy segura qué es exactamente lo que me molesta, ni porqué me había desquitado así con él. Pueden ser tantas cosas o absolutamente nada. Estoy cansada, sin dormir, preocupada por mamá, insegura en lo que respecta a Lucas y absolutamente en blanco para mi examen de hoy. Perfecto, pienso. Soy un desastre total y aun así, siento que son razones insuficientes como para buscar pelea con él. Pero lo escuché hablarme así y simplemente estallé.

Siento como su auto frena en el medio de la calle, ya es tarde por lo que no hay gente caminando a nuestro alrededor. Lucas baja y yo me quedo plantada en la vereda sin poder moverme. Todavía estoy agitada y bastante enojada, no sabía de lo sensible que podía llegar a ser en la mañana. Bueno es saberlo ahora.

El camina hacia a mí, y sin siquiera decir una palabra, me envuelve la cintura con sus brazos y choca sus labios contra los míos. Ni todo el mal humor del mundo puede hacerme rechazar esto. Lucas me abraza con tanta fuerza que duele y su lengua recorre el camino conocido de mis labios. Es un beso dulce pero lleno de necesidad al mismo tiempo. Siento su respiración en mi rostro y su cuerpo caliente a pesar de que está frio acá afuera. Pierdo la noción del tiempo. Lucas me besa la mejilla y por ultimo atrás de la oreja antes de separarnos. Quedamos mirándonos, él tiene apoyada su frente sobre la mía. Unos escasos centímetros nos separan.

-Sólo para que lo dejemos en claro, cada vez que empieces a actuar irracionalmente te voy a robar un beso. Y no, no estoy pidiéndote permiso así que acostumbrate -dice mitad serio mitad sonriendo. Ahí está de nuevo, ese ego que piensa que puede controlarme. Le suelto una sonrisa sin querer, me divierte escucharlo hablar así.
No pierdo el tiempo para responder, le doy un cachetazo que él no ve venir. Aunque me aseguro de dárselo en el lado contrario del golpe, que aún no me dice como se hizo.

-¿Qué fue eso? -me mira con cara de reproche.

-Ya que estamos siendo claros, eso fue por llamarme nena insegura. La próxima vez que le digas eso a una chica, asegurate de que haya tomado su primer café del día -digo con una sonrisa angelical.

-Sos insegura -recalca atajándose pero sin dejar de reír ahora.

-No tenés tacto -completo.

-Claro que no, soy hombre -responde. Y sin siquiera pedirme permiso me carga sobre su hombro y me lleva hasta al auto.

-Tenemos un problema serio de impuntualidad -lo oigo decir.

No es lo único, pienso abrazando su hermoso cuerpo.



miércoles, 21 de marzo de 2012

Capítulo 14 parte 2. Caer

Capítulo 14. Parte 2. Caer. 




Lucas

El frio hielo me quema la cara, mientras miro al techo tratando de encontrar una forma de salir de éste embrollo. No sé cual es la peor parte. Que Esteban me odie, que nos hayamos peleado a los golpes, que sepa lo repugnante que soy o que fuera papá el que me haya encontrado tirado en el piso de la cocina. Una sola lección aprendí de todo esto. Nunca te des vuelta después de pegar a alguien que está borracho y enojado.  
Mi hermano se había ido con el poco orgullo que me quedaba. Sólo puedo esperar que esté bien. Y aunque quiero creer que su reacción fue amplificada por el alcohol y vaya a saber yo que cosa más, su frustración y su enojo fueron reales. Eso lo sé, porque yo me siento igual.  
No tuve oportunidad de explicar  nada y siento que , aún de haber tenido la chance, tampoco habría podido. Estoy casi seguro que el piensa que lo hago para molestar a papá. Para vengarme de alguna forma por lo que hizo. Me duele pensar que me vea de esa forma. Es cierto que  guardo  rencor hacia  papá, pero eso no me hace odiarlo ni querer despreciarlo. Sólo nos hace tener una relación difícil. Después de todo, jamás me había fallado como padre. Los problemas entre mamá y él, pertenecían a ellos. Y si bien, por lo general, se deberían haber quedado ahí,  nadie hizo nada para mantenerme fuera de eso. Yo no había pedido enterarme, nunca quise saber porque peleaban  ni porque mamá siempre lo echaba de casa, porque jamás se miraban a los ojos o compartían un momento verdadero de felicidad juntos.  
Nunca quise que mamá muriera y nos confesara ese pequeño secreto. Nunca quise nada. Supongo que es esto lo que pasa cuando uno se casa con alguien que no te ama. Al menos, eso fué lo que ella dijo. La culpa había pertenecido a los dos. Esa es la parte donde yo no estoy de acuerdo, ¿Para qué comprometerse para siempre con alguien que estuvo toda su vida enamorado de otra persona?. Es como comprarse un boleto directo a la infelicidad. ¿Quién puede querer eso?.  No entiendo la vida de los adultos y mucho menos las de mis papás. Lo único que sé que en este ovillo de lana que habían tejido, nos metieron a todos adentro sin posibilidad dejarnos tejer el propio. Ahora estamos pagando las consecuencias. Ellos fueron desdichados su matrimonio entero, y ahora yo lo soy. Ni hablar de Anna, ella lo único que hizo fue nacer. No eligió venir al mundo sola.  Y es así como pasa sus días, lidiando con personas ausentes que deberían ampararla y con una madre muy presente que lo único que le trae son problemas.  

-Saca el hielo para que vea como tenés el golpe- papá me saca de mi pequeña burbuja.   

-Te dije que no es nada- digo casi gruñendo. Seguía un poco acelerado por la pelea. Me había dejado un sabor agrío en la boca. Esteban es la única persona, además de Anna, en quien confio. Haberlo visto mirándome de esa forma, con ese desprecio, me tortura.  

-Me importa poco lo que digas -replica sacándome la bolsa de hielo para poder ver mi ojo, y parte del pómulo lastimado. Estoy seguro que se debe de ver bastante mal a esta altura, siento el dolor con toda su intensidad. Esteban no estaba enojado conmigo, estaba furioso.  

-Tendríamos que ir al hospital a que te saquen una placa, y de paso te revisen. 
¿Cuánto tiempo te desmayaste?.  

-Te dije mil veces que no me desmayé, el golpe me tomo por sorpresa. Eso es todo, ¿Podemos dejarlo ir de una buena vez? -pregunto indignado. Sé que me estoy comportando como un maleducado pero no me importa, él es tan responsable de esto como yo. 

Me siento un poco culpable cuando deja de insistir y se sienta al lado mío sin decir una palabra. Sé que no va regañarme ni a gritarme ni a maldecirme, sólo está esperando que empiece a hablar. Me hace sentir peor aún, su comprensión es lo último que quiero. Sólo deseo poder odiarlo en paz, ni siquiera ese consuelo tengo. Mirando sus ojos verdes oscuros iguales a los míos siento miedo, miedo de ser como el algún día. Cometer una mala decisión y tener que pagar por eso para siempre, convertirme en un pobre cobarde que hace lo que puede. Un hombre que lo tiene todo pero aún así no es feliz. Yo amo a mi papá pero nunca voy a permitirme ser como él. 

Mirando su rostro aún joven me doy cuenta las similitudes entre él y Anna. Tienen los mismos ojos pequeños, ojos que lo muestran todo. Los de Anna siempre me dicen cuando está triste o preocupada o alguna que otra vez divertida y emocionada. La diferencia es que los de ella son color caramelo, como los de su mamá. Pero el parecido está presente y es notorio si uno presta atención. Lo mismo con la forma curvada de la nariz, el pelo castaño claro y ondulado  y los labios finos de ambos, dios mío.  Jamás me había dado cuenta lo mucho que se parecen, lo mucho que el se debe de parecer a mi. Bajo la mirada con horror frente a mi pequeño descubrimiento. Que fácil que es engañarse  cuando no se quiere ver la verdad. 
El silencio que hay en la cocina me está perturbando, no lo soporto. Saca a luz interrogantes que están mejor en la oscuridad, siento que estoy contra la pared. Es decir algo o morirme de la angustia. No puedo soportar ninguna de las dos opciones. 

-No es nada tan terrible-digo finalmente. -Esteban estaba un poco tomado y le recomendé que no salga, puede que no se lo haya dicho de la mejor manera. Estaba de mal humor y fui un poco...hostil, por así decirlo. Una cosa llevo a la otra y le pegué solo para sacarlo del camino, no pretendía empezar ninguna pelea -declaro tratando de ser lo más honesto que puedo dentro de mi propia mentira. 

-¿pasado de copas o algo más?- pregunta papá.

-Pasado de copas, que se yo -contesto quitándole importancia. No estoy seguro de que haya algo más, tengo la horrible sensación de que puede ser así. Pero no puedo admitirlo tan fácilmente ni tampoco quiero echarle toda la culpa a él. Todo lo que sucedió fue por mi causa, no puedo negar eso. Sólo no quiero admitirlo aún. Papá parece pensativo, no para de pasarse las manos por el pelo. 

-¿Sabés donde está?. 

-No- digo y me levanto para ir a mi habitación, este ya es mi límite de mentiras por el día de hoy. Si me quedo, sé que voy a tener que soltar unas diez más para no tener que hablar de Anna. No vale la pena de todos modos, Esteban se va encargar de terminar con todo esto por mi tarde o temprano. 
No llego a salir de la cocina, escucho su voz desde el mismo lugar donde lo dejé. 

-Sé que hay algo más que no estás diciendo. Jamás le pegarías a Esteban sin una muy buena razón, y sé que el siente de la misma manera con respecto a vos. No te voy a obligar a decirme nada pero no pienso permitir que se hagan esto dentro de mi propia casa.  Veo que Esteban tiene problemas, no es necesario que le pregunte. Y también sé que lo deje pasar por mucho tiempo, un gran error de mi parte. 
Con vos, estoy completamente perdido. Siento que te están pasando cosas que te están marcando, sólo que yo no soy parte de ninguna de ellas. Y no es sólo eso, cualquiera pensaría que alguien como vos se vuelve más feliz con cada día que pasa. Sos un excelente alumno, buena persona, tenés amigos, gente que te aprecia, que te admira incluso. Pero aún así no te veo feliz para nada. Pareces más introvertido, más solo y difícil de tratar, mas de lo que un adolescente normal es. No creas que no noto eso, no soy un buen padre Lucas pero los amo. Eso es la más grande verdad de todas. Y tampoco estoy ciego. Si hay algo de lo que tenés que hablar, este es el momento. 
-Lo mismo digo-contesto. No se en que estoy pensando pero no puedo callar. Verlo ahí sentado, preocupado y pidiendo por la verdad me hace querer pedir lo mismo a cambio. Claro que no puedo odiarlo. El no miente cuando dice que nos ama, incluso con la poca luz de la cocina puedo ver esa firme verdad en sus ojos. Eso no lo hace más fácil, sólo me complica la exsitencia. Yo tampoco quiero que sufra. -Te la pasas diciendo en como ves que pasan las cosas y en como te equivocaste Y NO HACES NADA AL RESPECTO- digo mas alto de lo que pretendo.  

-¿Qué es lo querés que haga?, decime vos. 

-¡Cualquier cosa! -grito. -Estas siempre aceptando, dándote por vencido. Todos nuestros problemas pasan por al lado tuyo y no haces nada para cambiarlos. Esteban no está bien y aún así lo mejor que podés decir es que cometiste un error, Anna no está bien y me decís que es mejor que la dejemos resolver sus problemas y yo... 

-¿y vos qué?- pregunta levantándose de la silla y encarándome. 

-Yo-yo, yo nada- sólo logro decir,  me alejo por temor a seguir gritándole,  tengo la sensación de que es lo único que puedo hacer bien esta noche. 

-Lucas, esperá. ¿Qué pasa con Anna?, ¿Por qué la trajiste a la conversación?. 

-Ella no tiene a nadie -logro responder. Sigo esperando de algún otro modo que sea él el que lo diga. No quiero ser yo  el que ponga en una misma oración Anna y ADN. Me revuelve el estomago la idea. No entiendo porque no puede hacerlo de una vez, mientras más tiempo guarde el secreto más tiempo voy a tener que mentirle. 

-Ella tiene su familia Lucas, yo sé que tal vez la aprecias porque es tu compañera de colegio y demás pero no podemos meternos... 

-No seas hipócrita conmigo-le grito. -Ella no tiene a nadie, ¿o la madre borracha que baña todas las noches es familia?. Ni hablemos del padre que está desaparecido de la tierra, ni tampoco de Layla que es sólo una nena a la que tiene que cuidar como si fuera su mamá. Vos supuestamente la conoces desde que nació, eras como el tió que nunca tuvo.  ¿Porqué te estas desentendiendo de ella así?. No importa lo que sea que haya pasado entre Estella y vos, Anna no tiene la culpa. 

-Lo se- dice en un suspiro.- Pero a veces Lucas, las cosas no son como se ven. Es mucho más complicado que eso. 

-Hacer lo correcto es siempre complicado, vos me enseñaste eso- sólo puedo agregar. Esas son las últimas palabras que le dirijo antes de irme a mi habitación y cerrar la puerta. 

Quiero hacer lo correcto para todos,pienso. Eso no significa que vaya a ser feliz con las consecuencias.



viernes, 16 de marzo de 2012

Capítulo 14 parte uno. Caer

Capítulo 14 Parte Uno. Caer

Lucas

Hace veinte minutos que estacioné el auto en el garage de casa, y por alguna extraña razón todavía sigo acá. Había dejado a Anna  en su casa hace un buen rato ya. Nunca me imagine lo difícil que podía ser estar lejos de alguien a quien querés, aunque sea por un periodo corto de tiempo, a una corta distancia. 
Nos dimos un beso antes de despedirnos. Ella amagó con besarme en la mejilla, pero no se lo permití.  Posé mis labios en los suyos antes de que cualquiera de los dos tuviera tiempo de decir nada. Traté de que nuestro último momento de intimidad del día fuera dulce, suave,  pero la necesidad y la urgencia del momento lo volvió crudo y un tanto salvaje. Para cuando pude separarme de ella, ambos estábamos agitados y sin aire. Se sintió lo más importante del mundo. Lo único importante. 
La dejé ir esperando que todo siga igual mañana, poder encontrarla tan fresca y dulce como hoy. Poder pelearnos por cualquier pequeño detalle y hablar de absolutamente nada importante. 
Sigo sentado en mi auto desde ese momento con la misma esperanza aunque percibo como ésta se va desvaneciendo en el aire. Mi resolución flaquea cuando estoy solo con mis pensamientos, irme a dormir todas las noches es una completa tortura. La cabeza me da vueltas con las mil y una formas en que ella me va a odiar por esto, en como el futuro  recae en mis manos. Estoy tejiendo una telaraña alrededor nuestro, y sé que nos voy a dejar atrapados de alguna forma u otra. ¿Cómo vivir sin que te importen las consecuencias?, yo quisiera ser como esas personas que viven el hoy. Que no le importan lo que va a venir mañana, después de todo si algo es lo suficientemente bueno ¿ No vale la pena arriesgarlo todo?. Esteban me va a odiar, papá va a empezar que lo hago a propósito, y la memoria de mi mamá... 
Salgo del auto, sé esta volviendo demasiado pequeño para contener todos mis conflictos internos. Lo único bueno es que papá no está en casa, lo que me tranquiliza. No tendría que enfrentar su interrogatorio, no hoy al menos.  Siento que todo me asusta últimamente. Soy un cobarde, sé lo soy. 
Entro por la puerta que lleva directo al living, veo que todas las luces están apagadas menos las de la cocina. Considero seguir de largo a mi habitación, pero creo que puede ser Ariana y tengo mensajes para darle de diferentes llamadas telefónicas. No es ella quien está ahí. Esteban está en su lugar. Se encuentra apoyado sobre la encimera, jugando con las llaves de la puerta. Me parece raro verlo ahí sin hacer nada. 

-Pensé que ibas a salir- le digo mirándolo desde la entrada de la cocina. 

-Más tarde, quería venir a casa a bañarme primero- contesta. Eso no le había permitido tomarse unos cuentos tragos, pienso. Tiene un olor a alcohol que se siente desde un kilómetro al menos. Me pregunto que le diría papá si estuviera acá. -Veo que vos si saliste- me insinúa. 

-Si, algo así. Es viernes después de todo- digo sin darle importancia- Dios debería de buscarse un café o algo. -Veo que estuviste tomando , por ahí es mejor que te vayas a acostar en vez de salir otra vez -sugiero. 

-¿Quién sos vos para decirme que me vaya a acostar?- dice con la peor cara de desprecio que le vi en mi vida. Me quedo mirándolo sin saber que decir. No es la primera vez que lo veo un poco tomado, pero nunca busca pelea conmigo. Para eso está papá. 

-No soy nadie, sólo decía. Si papá te ve así, no va a haber paz ésta noche. No tengo ganas de escuchar pelear a nadie hoy-continuo. 

-No puedo creer que tengas la cara de venir a decirme que soy yo el que engendra el conflicto en casa. Que hipócrita que sos- dice viniéndose encima mío. Lo tengo tan cerca que puedo sentir su asqueroso aliento. No puedo creer las palabras que salen de su boca, ¿me está hablando a mi?.  No lo creo tan borracho como para no reconocerme. 

-Yo no estoy diciendo eso, dios. ¿Qué te pasa conmigo hoy?-pregunto empujándolo lejos de mi.  

-Te vi con cruzar a lo de Anna la otra noche y pensé que tal vez era que necesitabas algo del colegio, como alguna tarea. Te veo hoy con ella en tu auto comiéndole la boca y sólo puedo pensar en que me das asco. Enfermo de cuarta. ¿Te volviste loco?. Si lo que querés con este circo es hacerle pagar a él por lo que hizo, dejame decirte que estás completamente loco- me dice gritando.  Lo tengo tan cerca que ahora es él el que me empuja contra la pared. No me puedo mover, no puedo hablar. Esto es lo que yo no quería que pase. La cabeza me da vueltas tratando de buscar una forma de decirle. Esteban me mira con la peor cara de odio que le ví jamás.  El no va a entender, no importa lo que haga. 

-No es como pensás, Anna y yo somos... 

-¿Anna y vos qué idiota?- grita. -¿Me vas a decir que es sólo una amiga?, no me vengas con estupideces. Sos un retorcido de cuarta. Sabés lo que esa familia nos hizo, sabés lo que ella es y lo mejor que se te ocurre decirme es que no es lo que yo creo. ¿En qué estabas pensando?- Me quedo sin decir nada. No puedo discutirle ese argumento, yo no sé porque lo hago sólo que no quiero parar de hacerlo.  

-¡Contesta de una vez!-grita. No lo hago, sólo lo empujo lo suficientemente fuerte para alejarlo de mí pero no lo suficiente como para hacerle daño. El tira una silla al verme alejarme, odia cuando hago ésto. Yo soy siempre el que huye para no pelear. El se levanta y  viene como una furia hacia mí,  choca conmigo y me agarra del cuello. 

-Yo seré el conflictivo de la familia pero al menos no soy el enfermo que se acuesta con su hermana, decime vos quien es el peor de los dos ahora-escupe. 

La ira no me deja responder, sólo hay una cosa que me queda por hacer. La única forma que un cobarde como yo puede enfrentar sus problemas.  
 Mi puño aterriza directamente en su cara, tirándolo al suelo. Quiero salir de esta cocina, de esta casa, pero no puedo abandonarlo tirado sin saber que está bien. Mi ira no llega tan lejos. Cuando lo veo levantarse, estoy preparado para irme y dejarlo solo con sus argumentos y yo yo con mi furia y culpa infinitas. Esteban necesita un tiempo para calmarse, el no es de las personas que guardan rencorres para siempre. El enojo, miedo y confusión no me me dejan pensar, sólo trato de salir de ahí. Tampoco ver ni reaccionar ahora. Cuando Esteban me devuelve el golpe con una fuerza que me hace caer, sólo puedo pensar en la única persona que es real para mí.






domingo, 11 de marzo de 2012

Capítulo 13 Fuerza de la naturaleza

Capítulo 13 Fuerza de la naturaleza


Anna

-¿Me trajiste a la playa?-pregunto con cierta sorpresa

-Se veía como una mejor idea en mi cabeza pero parece bastante estúpido ahora, suena a cliche- dice algo avergonzado

-Soy una chica, vivo para los cliches- digo sonriendo. No estoy segura que es lo que él pretende en éste lugar. Ya casi nadie venia. Primero por la razón obvia de que era otoño, el viento prácticamente te llevaba y metía arena en los ojos. Segundo porque estaba en pésimo estado en general, había más basura que otra cosa. Lo más probable es que sirva para cometer un asesinato. Nadie se enteraría. ¿Es qué Lucas me iba a asesinar y enterrar bajo la arena?.
Él, muy amablemente, me abre la puerta y salgo del auto. Por suerte el clima está calmo y por ahora no me despeina. Veo que Lucas saca algo de baúl, algo que se parece a una canasta. Lo miro tratando de adivinar.

-Vamos de picnic, pensé que a esta altura te ibas a dar cuenta - dice como señalando lo obvio.

-¿de picnic en éste lugar?. Digo, no es que no me guste pero…

-El clima esta perfecto y la playa está limpia. Vine hace un par de días para asegurarme de ello. Trabajé todo el día para que pueda verse decente- confieza.

-¿realmente hiciste eso?, wow. No era necesario que hacieras eso por mí, es decir, yo me adapto a lo que sea.

-No era por vos, quería traer a una de las chicas del equipo de natación, el lugar está aislado y bueno, parecía perfecto para…

-¿qué?- lo miro indignada. El sólo comienza a reir.

-Como me gusta hacerte ésto, creo que nunca me voy a cansar Anna- confieza sin parar de reir

- jaja-digo con ironía. Pongo cara de enojada sin mucho éxito. Era díficil estar cerca de éste lado de su persona sin querer sonreir todo el tiempo. 
Resulta que él tiene razón, algo que no me molesto en admitir. El clima está calmo y la playa, realmente hermosa. Lucas pone una manta sobre la arena y empieza a sacar comida de la cesta. Me siento en ella mirándolo completamente absorta por su belleza. Es casi tan emocionante como cuando hoy lo había visto en traje de baño en la pileta. Se había puesto una remera de algodón blanca que me permitía ver su brazos fuertes y unos jeans oscuros. Nada era ni muy ajustado ni muy suelto. Perfecto. Mirar su cuerpo me hace recordar horas antes cuando estuvimos casi uno sobre el otro. Trato de parar la catarata de pensamientos pero me resulta díficil. Él me había invadido por completo.

-Llamando a la tierra de Anna- Lucas me sorprende haciendome señas cerca de mi rostro. ¿En que pensabas?- pregunta. 

-mmm, nada en particular- me maldigo cuando siento el calor subir por mi cara. Esto me pasa por andar pensando en su cuerpo en ropas diminutas delante de él.

-Te estás poniendo colorada -afirma con picardía. -Sea lo que sea no quiero saber, puede que estés pensando en algún otro chico -dice un tanto preocupado. Yo no suelto palabra a propósito, le devuelvo un poco de su propio humor.

-¿Tenés hambre?- finalmente pregunta.

-Para ser sincera muchísimo, estoy sólo con el desayuno.

-Buenisimo, porque traje de todo. Hay sandwiches de jamón, sé que no te gusta el queso-aclara- Galletitas, torta de limón y muffins. También traje café y algo de bebida por si tenías sed.

-¿Cómo sabés que no me gusta el queso?- pregunto temiendo la respuesta.

- Layla me lo dijo. No entres en pánico, sólo hablamos de lo que te gustaba, nada más- me calma. Yo levanto las manos para decirle que no es necesario que se exaspere. No me importa que le haya preguntado algo a mi hermana, me parecia de hecho, demasiado bueno para ser cierto. Esto no podía ser real en ninguna dimensión.

-Servite de lo que te guste -dice mientras empieza a masticar el mismo un sandwich. Dios, tenía que dejar de mirarlo. Estaba a punto de volverme loca, ¿desde cuándo yo era esa clase de chica?.
Tomo un sandwich y como para no pensar, para no hablar, para no hacer alguna estupidez. No podía olvidar el pequeño detalle de que me habia besado hace apenas un rato. El nota mi incomodidad cuando yo desvio la vista hacia al mar, estoy segura de que sabe lo que estoy pensando.

-Ya sé, hagamos algo -de repente anuncia. -Juguemos verdadero o falso.

-¿Por qué?-pregunto.

-Dios, ¿todo tiene que tener una razón para vos?.

-Bueno, es que por lo general todo se hace por algún motivo y…- sonrio sin terminar la frase. Él tiene razón…de nuevo. Ya empieza a molestarme un poco.

-Esta bien, juguemos. ¿quién empieza?- pregunto esperando que sea él. Quiero tomarme el tiempo para pensar esto.

-Por supuesto que empiezo yo-sonrie. -Augusto Gonzalez te robo un beso en sexto grado y le pegaste con el libro de química, ¿verdadero o falso?.

Hice una mueca y el rie de inmediato, debía de saber que yo haría algo como eso. Siempre fuí fan de las novelas románticas después de todo. Me habían metido ideas raras en la cabeza. Golpear a ese chico no fue lo más brillante de mi vida, ni tan glamouroso como pensé que se vería. El pobre quedó con un feo golpe en la cara por días.

-Supongo que esa sonrisa traviesa es un verdadero.

-Algo así- confieso.

-Me alegro mucho entonces de que no hayas llevado ningún libro hoy al gimnacio, no estaría vivo.

-Tal vez- dije con vergüenza. Me toma un poco por sorpresa que haya sacado el tema, no sé ni que decir sobre eso ahora que había pasado. -Me toca a mí- necesitaba cambiar urgentemente la dirección de ésta charla. -Saliste con una chica del equipo de natación el año pasado, ¿verdadero o falso?.
Ahora se la puse difícil, no iba a ser la única en aprietos acá. Si él quiere jugar, adelante entonces.

-Verdadero- dice sin titubear. Pensé en su momento que era una buena idea, demás está decir que no lo fue. Ella es genial y todo, pero no somos buena pareja.
-Bueno, es hermosa. Entiendo porque a un chico le pueda gustar Ania- logro decir. Era la verdad, y si, me molestaba.

-Lo es, de alguna forma. Pero hay una sola chica para mí, no quiero a nadie más- dice y de nuevo siento como el calor me inunda y se me sube a la cara. Debo de parecer un tomate a éstas alturas.

-Te toca a vos digo- cortando el hilo de sus pensamientos.

-Te vas a arrepentir de ésto, ¿verdadero o falso?- y noto una seriedad en su expresión que me paraliza por un segundo. Sé de lo que habla, quiere saber si me voy a acobardar de lo que sea que estamos teniendo. Tengo un millón de razones para hacerlo y tengo un millón de razones para dejar que suceda y vea lo que que puede llegar a ser. Las dos opciones me aterran, no puedo mentir sobre eso.

-No me arrepiento hoy -sólo puedo decir. 

-Lo mismo digo- su sonrisa es ahora triste y simplemente no quiero preguntar, tengo miedo de conocer el porque.

-Vamos a caminar un poco -dice y me ofrece la mano para que me levante.

Me saco los zapatos para sentir la arena en los pies e incluso me convence para que caminemos por la orilla del mar. Me da frio instanteneamente tocar el agua fria con mis pies descalzos. Lucas me abraza y caminamos juntos. No me animo a decir nada, el momento habla por sí sólo.  El paisaje, el viento del otoño, sus brazos tibios. Mi vestido toma vuelo mientras los pies de él juegan con el agua. Somos niños y adultos a la vez, el paisaje se vuelve anaranjado como cada atardecer. Siento que podría vivir éste momento una y mil veces y no cansame nunca. El beso había sido pasión y urgencia, pero esto se sentía diferente. Era simplemente estar. Sentirnos cerca. Compartirnos.

Me detengo en algún punro de la caminata, y me enfrento a él para mirarlo. Lucas me saca el pelo de la cara para poder verme, el viento lo arrima una y otra vez. Sus ojos hacen la pregunta que él no pronuncia.

-No me voy a arrepentir nunca, no importa lo que pase- logro decir y simplemente lo abrazo atrayéndolo lo más cerca de mí posible. Siento como sus brazos me rodean con fuerza, sé que no va a soltarme, no ahora, no hoy al menos.

-Yo tampoco -lo escucho decir en mi oido.

-Yo tampoco.
Capítulo 12 Despertar 


Anna.

Me siento como una muñeca de trapo, estoy completamente a su voluntad. Al parecer no soy inmune a los encantos de éste chico. Lucas me toma por la cintura violentamente y pega sus labios a los mios. Entro en pánico. ¿Qué se supone que debo hacer?. Estoy en el gimnacio, completamente empapada y en los brazos de alguien a quien no entiendo pero que me tiene absolutamente fascinada. No quiero pensar, sólo quiero vivir el momento, quiero permitirme ésto.
Sus labios húmedos tocan los mios, siento sus brazos alrededor de mi cintura sosteniéndome. El beso empieza lento, Lucas parece estar reconociendome por primera vez. Su respiración cálida acaricia mi rostro mientras comienza a besarme la comisura de mis labios, tomándose su tiempo para tomarlos enteros. Escucho débiles gemidos salir de su boca, ¿estaba tan entusiasmado como yo?. Sus manos acarician mi espalda hasta donde empiezan mis jeans, aprovecho para abrazarlo también. Lo quiero cerca de mí, lo quiero tan cerca que duele. Siento que el desea lo mismo, me apreta contra su pecho con una fuerza desconocida para mí. El beso se vuelve más hambriento, más violento, más voraz. Se vuelve una necesidad. Su lengua prueba mis labios y un frio escalofrío me recorre. Podría ser el hecho de que estoy empapada, podría ser otra cosa. Saboreo su aliento con gusto a menta, su sabor en mi boca, sus labios mojados. Estabamos hirviendo a pesar de que sabía que eso no era posible, todo lo relacionado a él era calor para mi.
Cuando ambos rompemos el beso para poder respirar, sólo nos quedamos ahí parados como estatutas mirándonos. Lucas me dedica una tímida media sonrisa, ¿ahora le daba vergüenza?. No puedo evitar sonreir, prácticamente me había comido la boca. Había mucho más detrás de la máscara, y estaba completamente loca por descubrir que era.

- Emmmmm, bueno emmm wow ¿Hace calor no?-dice y estalla a reir.

-Tendrías que haber seguido, ahora que paso el momento me voy a congelar-digo con demasiado sinceridad. ¿Realmente le acabo de decir eso?, alguien debería cortarme la lengua ahora mismo.
Automaticamente me vuelve a abrazar, sus brazos fuertes me rodean completamente. Debe de ser una de las mejores sensaciones del mundo, estar sostenida por alguien. Alguien como Lucas. Oculto mi rostro en su pecho para no pensar en lo que ésto puede significar para mi, para la coraza que siempre llevo puesta, para el poco orgullo que me queda. Si me entrego sin reservas a una persona, puede ser lo más hermoso que me pueda pasar o la peor experiencia de mi vida.
En éste instante, en éste lugar y rodeada de sus brazos, sintiendo los latidos irregulares de su corazón, puedo percibir el despertar de algo nuevo. Una necesidad de tenerlo que no estaba ahí antes, me consume, me lleva por delante. Y lo único que me importa…
…es que no se termine jamás.

Estoy corriendo por toda la casa ahora. Lucas me había concedido unos minutos para cambiarme mientras él iba a buscar el auto. Estuve más de cinco parada en frente de mi ropero. Nunca había sido muy coqueta que digamos, no me interesaba mucho mi apariencia ni como los demás me percibían. Hasta ahora, claro está. Lo único bueno es que no tenía mucho para elegir, la mayoria eran jeans gastados y alguna que otra blusa que logré comprarme con las propinas que hice con mi trabajo. Me decidí por un vestido blanco largo bastante veraniego que me había regalado Lib para alguno de mis cumpleaños. Jamás lo había usado, era demasiado lindo. Me sentía rarísima llevándolo puesto. Evité mirarme al espejo, me ponía nerviosa.  Sabía que iba a morirme de frio si se hacia tarde con esa tela tan fina así que me puse a buscar mi saco de hilo largo por toda la casa.
Corro de habitación en habitación tratando de recordar donde lo había dejado, incluso chequeo el cuarto de mamá. Su habitación está tal cual la encontré anoche. De repente, me inunda una tristeza que me paraliza. Es la culpa, culpa de no haberla traído a casa. Debería haberlo hecho incluso a las rastras. Ahora ella estaba con aquella rubia borracha dios sabe donde. Sabía que iba a volver, siempre lo hacía.  Pero eso no significara que doliera menos.
La bocina del coche de Lucas me saca de mi ensimismamiento, cierro la puerta y no vuelvo a mirar. Ésta tarde no iba a pensar en nada más que en mí, iba a ser egoísta por un momento. Necesitaba unos minutos de vivir mi propia vida si quería volver a enfrentar la rutina diaria que significa este caos. No soy una mala persona, me repito a mi misma. No lo soy.
Encuentro el saco en el living y salgo de la casa. Lucas me espera dentro de auto. Subo en el asiento del copiloto y le sonrio. El me mira sin arrancar aún.

-¿Qué?-pregunto. -Sé que te hice esperar, perdón. Jamás logro encontrar nada, ya sabés porque siempre llego tarde al colegio ahora.

-No es eso. S-sólo es que estás hermosa- dijo nerviosamente. -Me podría acostumbrar a verte de vestido, sólo avisame antes para que esté preparado. Sabés, me podría atropellar un auto -dice guiñándome un ojo.

-¿Eso fué un piropo?- pregunto divertida.

-Eso fue la verdad, no deberías de estar sorprendida-y empieza a manejar llevándonos ni idea donde.

Vamos por calles conocidas hasta el momento, miro por la ventana en un intento de saber donde me lleva. Sigo sin saber y éstas alturas, ya no sirve de nada.  Trato de no voltear la vista demasiadas veces, no quiero que sea obvio que no puedo dejar de mirarlo. En una de mis tantas idas y vueltas visuales, noto que el también me está mirando. Estallamos ambos en risas. Los ojos verdes de Lucas brillan, jamás lo había visto tan alegre, estoy segura que el podía decir lo mismo de mí.

-¿Ya estamos llegando?-pregunto con impaciencia.

-No, cuando lleguemos te vas a dar cuenta. Aunque para ser sincero, ahora que sé que le tenés miedo al agua, no estoy seguro de que sea una buena idea-duda.

- ¡No le tengo miedo al agua!-digo frustrada. Sólo no me gusta nadar en donde no pueda apoyar mis pies. Él rie autómaticamente tras escuchar mi comentario.

-Por cierto-cambia abruptamente de tema, dejando de sonreir- Sé que no es asunto mio y que te dije que te iba a ayudar con lo que necesites sin preguntar, pero no me dijiste que pasó anoche al final. Cuando te ví sana y salva en la puerta, no me importó nada más. Pero, bueno, quería saber si la pudiste encontrar. A tu mamá, digo.
Lucas se había puesto nervioso de repente, sabía que era un tema delicado. Pero de nuevo, yo le había pedido un favor. Él tenía todo el derecho a preguntar, supongo. Sólo que me ponía triste hablar de eso. Es parte de la vida que tengo que no puedo controlar y lo odio.

-La encontré-digo finalmente después de perder una lucha interna para no pronunciar esas palabras. -Estaba en un bar, nada nuevo en eso. No quiso volver conmigo, traté pero al final decidió quedarse con una de sus amigas. Hoy tampoco estaba en casa cuando me desperté-confieso tristemente.
Lucas me mira con mucha atención mientras le informo de la situación. Siento que se preocupa y no quiero que lo haga. No quiero lástima ni de él ni de nadie. Miro hacía la ventana para evitar sus ojos.

-No te preocupes-le dije. -Siempre vuelve. La sonrisa falsa que le dí no me llego a los ojos.
Él solo asiente, no se si es para no decir nada o porque no sabe que decir. Da igual para mí.

-Tu papá está enojado conmigo-logro continuar la charla.

- Mi papá jamás está enojado con vos-responde. -Él sólo se enoja conmigo.
Era él ahora el que ponía una sonrisa triste. -El se preocupa por vos, te aprecia mucho y también está preocupado. No es el único, yo también lo estoy.

-No hagas ésto-le suplico. -Eso es lo único que no puedo soportar Lucas, lástima no. Hay cosas peores en la vida. 

Él frena el auto en seco, estamos en el medio de la nada. El paisaje campestre me es conocido pero no logro saber de donde. Lucas busca mi mirada con una severidad en los ojos que me recuerda a su papá. Lo miro sin comprender.

-Hay una diferencia abismal entre estar preocupado por una persona y sentir lástima por ella. Tenés que dejar de hacerme esto. Vos te quejas que yo voy y vuelvo todo el tiempo. Bueno, yo digo que tenés que dejar de ser tan cabeza dura en lo que se refiere a ayuda de los demás. Es parte de querer a alguien. Estás rodeada de peleas entre tu mamá y desconocidos, te vas a la madrugada y no me decis donde, andás todo el día sola sin importar lugar y hora. ¿Cómo esperas que no tenga miedo por vos, que no me preocupe?. Siento miedo por vos, por lo que te pueda pasar, porque sé que tenés que estar moriéndote para que vengas a pedirme ayuda. Y no quiero que sea así. Quiero estar cerca tuyo, quiero que me dejes ayudarte y me gustaría que confies más en mi. No es lástima, es amor.

No sale absolutamente nada de mi boca. Yo, que soy capaz de  prolongar un intercambio de palabras por la eternidad si es necesario. La palabra amor era lo que me había dejado más desconcertada. Era lo más directo y profundo que alguien me había dicho jamás. 
No encuentro nada en mi mente que pueda corresponder a eso, asi que sólo asiento y tomo la mano de Lucas. Él me da un ligero aprentón y una mirada dulce. Vuelve a manejar, pero no me suelta. Hoy somos una sola persona.

Capítulo 11 todos los corazones del mundo

Capítulo 11  Todos los corazones del mundo


Lucas




Este capi fué el que más me gusto escribir hasta el momento. Dedicado a todas las dulzuras que se pasan a leerlo y dejan esos comentarios hermosos. Sisi, hablo de panchii, mel, manu, ameli, sprinkling (nia), snuffles, gisel, Mbdt27 y aldy. Muchas gracias!!! J 


-¿Desde cuándo sos amigo de Anna?-esa fueron las primeras palabras que mi papá me dedica en cuanto bajo las escaleras para ir al colegio. 

-No soy amigo de Anna- respondo con mala cara. Mentira, espero ser mucho más que eso. Pero tengo que mantenerlo lejos de ella, no iba a dejar que nadie la lastime. No sé si puedo decir eso de mi mismo. 

-¿Por qué te llamó anoche entonces?- pregunta dispuesto a seguir con el interrogatorio. 

-Porque le debía un favor, me ayudó con algo de química que necesitaba-miento de nuevo. -¿alguna pregunta más o va a seguir con el cuestionario?- digo con cierta ironía. 

-El hecho de que mi hijo se haya escapado en medio de la noche me da el derecho a preguntar, me preocupo por vos Lucas- dice pronunciando perfectamente cada palabra y mirándome a los ojos. 

-No es por mí por quien te preocupas- digo desafiante. En cuanto salen esas palabras de mi boca lo lamento. Tengo que mantener el control o se me va a ir todo de las manos. 

-¿Qué se supone que significa eso?-me dice cambiando el tono de voz. 

-Nada, olvidate-sólo logro decir. Me pongo a buscar mis zapatillas para salir de la incómoda situación en la que me había metido 

- Creo que lo mejor es que no estés muy cerca de ella.-dice y le clavo la mirada al instante dejando lo que estaba haciendo a un lado. -Lo que quiero decir es que Anna tiene muchas cosas en su cabeza, ella no está pasando por un buen momento y lo último que necesita son más complicaciones-explica tratando de suavizar la conversación. 

-¿Me estás llamando una complicación?- pregunto. Ahora si me estaba inquietando, sabía exactamente por donde iba  todo esto. Falta que lo confirme, y realmente espero que no lo haga. No estoy listo para eso. Ni ahora ni nunca, pienso. 

-No, claro que no. Sólo que no veo nada bueno saliendo de lo que sea que tenés con ella. Preferiría que te mantengas alejado, nada más-dice. 

-¿Cuál es la verdadera razón por la cual no querés que salga con ella?- pregunto. Lo hago de nuevo, dejo que el adolescente impulsivo me domine. Lo miro retándolo a que me dé una respuesta. Si tiene que decir algo, que lo diga sin vueltas y ya. Lo quiera yo o no. 

- No hay ninguna razó. Sólo que pienso que no es una buena idea-concluye. Mentiroso, sólo logro pensar. 

-Bueno, no tenés que preocuparte por eso. No me interesa ser nada de ella, ¿contento?-lo miro. Si él iba a mentir, yo iba a seguir con la fachada. Vamos a ver donde vamos a terminar con éste juego.- Por cierto, andá nomas. Todavía tengo que buscar algunas cosas. Voy caminando en 5’- y lo dejo sólo en la cocina. No había más espacio para las mentiras en ese lugar. 

Salgo de casa como quince minutos después, ya es bastante tarde. Anna ya debe de estar en el colegio. Camino sin apurarme, no voy a llegar a tiempo de todas formas. Pasaría a buscar el auto después de la práctica de natación, esperando que papá no esté en casa. Supuestamente tenía una clase ésta tarde, así que no me vería subir al auto con Anna. Sólo espero que ella no se arrepienta, es como jugar un tira y afloje. Yo me había tirado atrás un par de veces, y ahora estoy pagando por ello. Ella tiene razón en no confiar mi, no sé hasta donde puedo avanzar sin explotar. 
Llego tarde por supuesto, recibo una mirada de desaprobación de papá que está en la puerta de entrada intercambiando palabras con otro profesor. Ni siquiera me gasto en saludar.  
Trato de concentrarme en cada una de las clases, pero no lo logro. Cuando me preguntan simplemente no contesto. Mi carpeta de anotaciones está en blanco, como yo. Hoy siento nada y siento todo. Y la parte del todo tiene que ver con ella, hoy mi mundo gira en torno a ella. 
Ya había empezado la clase de literatura cuando entro al aula, si la profesora iba a decir algo se lo guarda porque no dice nada cuando me ve. Me siento en el último asiento vacío que está en la esquina, bastante más delante de lo que me gusta estar. Giro para ver si está ahí. Sonrió al ver que me mira. Anna está al final de la clase, como de costumbre. Se está tejiendo una trenza en su hermoso pelo color caramelo. Hasta sus ojos brillan hoy, no parece la misma persona que anoche. Me alegro por eso, ella tiene que sonreír más seguido. Su sonrisa es lo más precioso del mundo, y un regalo para mí. 
Con mímica le pregunto cómo está para que no me escuche la profesora, ella me responde con su pulgar para arriba y me da otra de sus sonrisas dulces. Si lo hace una vez más me voy a derretir, lo juro. 
La clase dura una eternidad, cuando finalmente termina junto mis cosas y espero a que Anna se acerque. 

-¿Sigue en pie lo de hoy?- pregunta mordiéndose el labio, ¿está nerviosa?. Ya somos dos. 

- Claro, ¿pensabas dejarme plantado?-pregunto sonriéndole. 

-Bueno, Lib va a ir a buscar a Layla al colegio. Si le llego a decir que no voy, ella me va a matar. Por alguna razón loca, le caes bien a ella. 

-¿alguna razón?, me estás matando-respondo riendo. -Tengo práctica de natación hasta las dos. Si querés podés pasarme a buscar por el gimnasio y podemos ir los dos a casa a buscar el auto. ¿Te parece?. 

- Perfecto, me da un tiempo para ir a la biblioteca. Todavía no me dijiste a donde vamos, ¿es algún secreto de estado?-pregunta. 

-Para vos, si. Deberías dejar de preguntar, menos ganas me da de responderte-empiezo a caminar hacia la puerta, si sigo cerca de ella temo que nunca me voy a querer ir.- Por cierto, tenés que dejar de morderte el labio. Te va a sangrar. Suerte la tuya que no sea vampiro- digo. Bueno, ese fue un chiste pésimo. Ahora si salgo de la clase y camino solo hasta el gimnasio, dejando a mi sol y a todos sus planetas brillando en aquella habitación. 

En la práctica estoy un poco desorientado, escucho partes de lo que me dice mi coach pero no logro procesar las instrucciones. Hoy funciono igual que una computadora vieja. Todo el mundo parece estar por encima de mí, por lo general yo soy el que está por encima de todos. Suena egocéntrico de mi parte, pero natación es el único deporte en que me destaco. Trato de compensar con esto, el hecho de que sea un asco en básquetbol y fútbol. Era lo mío, me sentía literalmente como pez en el agua. Mi momento de paz. 
Hoy nada de eso pasa, sólo cuento los minutos para verla de nuevo. El coach está un poco enojado conmigo, me agrega seis vueltas más a la pileta antes de irme. Suspiro sin decir palabra, el hombre tiene razón después de todo. Ahora todos abandonan la pileta, y yo me dispongo a terminar mis vueltas para poder irme. Quedo solo en el gimnasio, soy sólo yo y el agua. 
A la quinta vuelta me detengo un momento para tomar aire, logro divisar una pequeña silueta cerca de la puerta de entrada. Me saco las antiparras para ver bien, y me acerco al otro extremo de la pileta. Anna me saluda a los lejos. 

-Perdón que me haya retrasado, me dieron un par de vueltas de tarea-digo. 

-No hay problema, puedo esperar-dice ella. Veo su figura a lo lejos, lleva los jeans con los que la ví hoy y una blusa blanca. Casi tan blanca como ella. Tenía el pelo suelto ahora. Se veía muy parecida a su mamá, le agradezco a dios por eso. 

- Sabés que te podés acercar, ¿no?. Digo, no muerdo después de todo- le sonrío animándola a que lo haga. Ella da apenas unos pasos y sigue mirándome a los lejos. 

-No tengo mucho entusiasmo por el agua-logra decir mirando nerviosamente a la pileta. 

-¿Eso quiere decir que nunca te bañas?- se ríe instantáneamente. 

-Eso quiere decir que le tengo miedo al agua, nunca aprendí a nadar. Cuando era chica me caí en una pileta de una compañera de escuela, su mamá saltó para buscarme pero para ese entonces, ya había estado bajo el agua el tiempo suficiente como para no querer entrar nunca más-explica. 
Salgo de la pileta al instante que me cuenta esa pequeña anécdota. Nunca la había escuchado decir tantas palabras juntas acerca de sí misma. Ella da dos pasos hacía atrás al ver que avanzo chorreando agua. 

-¿Qué?-digo con picardía. - Mi toalla está en aquel banco- señalo al lugar donde supuestamente está mi toalla. 

-oh, claro- dice ella aliviada. En cuanto mira hacia atrás esperando poder alcanzármela, prácticamente me tiro encima de ella. Anna pega un grito por la sorpresa y luego se echa a reír. La estoy abrazando completamente con mi cuerpo ahora, está casi tan empapada como yo. Ambos reímos. Tenerla entre mis brazos, tan cerca de mi cuerpo es la mejor sensación que pude haber experimentado jamás. Se siente fácil, se siente natural. Me siento completo. 

-Te odio-dice ella entre risas.- Voy a tener que cambiarme ahora. 

-Estás perfecta para mi- le digo al oído todavía tapándola con mi cuerpo. No tengo ninguna intención de dejarla ir. Ella no se mueve para nada, estamos casi pegados el uno al otro. Siento su perfume de flores y toco la suavidad de su pelo. Escucho su respiración agitada en mi oído. Acaricio su cuello con mis labios, sin poder contarme le doy un beso en el cuello. 

Por un momento no decimos nada, sólo estamos los dos ahí, sintiéndonos. El resto del mundo puede desaparecer, no me importa. Esto es lo real para mi, éste pequeño momento lo es todo. La empiezo a soltar de mi agarre con cierta tristeza, es un dolor físico hacerlo. Ahora sólo estamos uno frente al otro mirándonos, ya no reímos. Ella no intenta alejarse, sólo se resigna a mirarme. Nos estamos diciendo todo con la mirada, siento que mi pulso se ésta yendo a luna en éstos momentos. Siento como ella respira más rápido de lo normal. La adrenalina que siento en éste momento no se compara con nada. Sus ojos color caramelo son lo único que puedo ver en toda la habitación. Es como si todo lo demás hubiera desaparecido, entregándose a su encanto. 

No dudo, no pienso, sólo siento. La tomo por la cintura y poso mis labios en los suyos. Si esto es prohibido, más vale que valga la pena lo que venga después.