Capítulo 15 parte 2. Siempre es de noche
Anna
No puedo sacar la vista de la hoja de papel en blanco. Ni siquiera sé cuantos minutos pasaron desde que empezó el examen, podría haber sido recién o podría estar terminando. No estoy segura. Lo único que puedo ver es el enorme espacio en blanco en donde deberían estar mis respuestas. Es el mismo espacio en blanco que hay en mi cerebro ahora mismo. Pensé que venía preparada para afrontar el desastre, me equivoqué. Recorro la clase y veo a mis compañeros escribir tan rápido que el sonido de los lápices me lastima los oídos. Hasta Malena, la rubia tonta que trata mal a todo el mundo va escribiendo su tercera página. No puedo creerlo. Todo el mundo parece saber las respuestas y yo ni siquiera logro responder la primer pregunta.
No había logrado leer mucho para este examen en particular. Entre mamá, Lucas y el trabajo, el tiempo se había disuelto en mis manos. Pensé que podría completar al menos la primer pregunta con lo que había escuchado en clase. Por lo general, presto mucha atención y tengo muy buenas anotaciones. Bueno, ahí está el primer error. No había anotado nada estas últimas semanas y mi cabeza había estado en cualquier lado menos en la clase. Tendría que haberlo sabido. Para la mayoría de las personas no es la gran cosa, pero para mí, ser una buena alumna es prácticamente todo. No me destaco en muchos aspectos. No soy buena en deportes, ni particularmente linda, ni tengo alguna destreza que explotar. Lo único que sé es estudiar y saber las respuestas a las preguntas de los profesores. Si sacábamos eso, no me quedaba nada.
En estos momentos, cuando veo a todo el mundo tan concentrado, me siento como un completo fracaso. Nunca, nunca había entregado un examen en blanco. Hoy ni siquiera entiendo lo que quieren decir las preguntas, ni hablar de saber las respuestas. Más trato de buscar en mi cerebro, menos encuentro algo que me ayude. Estoy completamente vacía y siento cierta desesperación. Es como ser perseguida por alguien y toparse con un callejón sin salida. Necesito tomar una decisión. O lo entrego en blanco o trato de recordar. La segunda opción parece imposible en estos momentos. Levanto la vista de nuevo hacia donde está el profesor. Veo que me está mirando. ¿Es muy notorio que no levanté el lápiz en todo el examen? Me asiente como animándome a que escriba. Vuelvo a mirar a mi hoja, es peor si despego la vista de ella. Ruego para que no me de uno de sus sermones después, un Benson en mi vida ya es suficiente. Lo único que me falta es lidiar con el padre también.
Lo aprecio muchísimo al profesor, es lo más cercano a una figura paterna que tuve en toda mi vida, pero miento si digo que las cosas están bien entre nosotros. Se había vuelto todo muy complicado. Estoy casi segura de que él no es muy feliz con una posible relación entre Lucas y yo. Ni hablar de lo que pasó la otra noche, no nos habíamos visto después de eso. Prácticamente lo eché de casa. Sé que él sólo buscaba ayudarme, pero su tono me había tomado por sorpresa y no pude evitar sentirme estúpida y algo regañada. Le había dicho que se fuera y gracias a Dios él no me había buscado desde entonces. Fue un tanto injusto de mi parte, ahora lo sé. Pero es difícil sentir que decepcionás a la única persona que querés hacer sentir orgullosa, fue raro para mí verlo con esa mirada de desaprobación en el rostro.
El timbre de finalización de clase suena en algún momento, veo a casi todo el mundo pararse entregando sus hojas. Estoy literalmente pegada a la silla, quiero salir corriendo de acá pero ninguna parte del cuerpo me responde. Es melodramático, lo sé. Ahora entiendo cuando dicen que el orgullo es el peor de los pecados, te hace cosas como ésta. Todo lo que siento son unas inmensas ganas de llorar. No sé si es por el examen solamente, la sensación de vacío que tengo es general. Estoy cansada, muy cansada. Ni la perspectiva de ver pronto a Lucas me ayuda a calmarme. Siento como el aire se reduce en la habitación y no llega a mis pulmones. Todo parece hacerse pequeño, encerrándome más aún.
-Anna, Anna -el profesor está en frente mío observándome.
-Perdón, es que me distraje -logro decir tratando de tomar aire y no dejar que la falta de sueño y descanso me jueguen una mala pasada.
-¿Por qué estás llorando? -pregunta acercando un banco y sentándose en él.
-No estoy llorando -contesto a la defensiva. Una lágrima solitaria que se me haya escapado por el rostro no significa que esté llorando. Me niego a aceptar eso.
-¿Tiene que ver con el hecho de que tu hoja esté en blanco? -lo miro sin poder contestar, odio el hecho de que siempre lo sepa todo-. Vamos, te estaba mirando. Nunca levantaste el lápiz, ni siquiera pestañeabas para ser sincero. Me asusto un poco -dice dando una media sonrisa.
-Lo voy a hacer mejor la próxima vez, lo prometo -sólo logro decir entregándole el examen.
-No necesitás prometerme nada, te conozco. No es eso lo que me preocupa, sos una alumna brillante. Es todo lo demás que no decís lo que me inquieta. Me haces acordar un poco a Lucas, a él tampoco le gusta decirme nada -agrega.
-No tengo nada para decir –contesto-. Y no voy a volver a llamar a Lucas tan tarde de nuevo. No era mi intención tratarlo así el otro día, usted tenía razón. Yo sólo...
-Ahora si me voy a enojar Anna. ¿Me podés mirar cuando te hablo? -pregunta esperando que despegue la vista del suelo.
-Ya estaba enojado conmigo. ¿Se acuerda? -replico.
-No, jamás lo estuve, no me creo lo cabeza dura que sos. En ningún momento se trató de Lucas o de mí, sólo tenía que ver con vos. Sé perfectamente que no tengo derecho a meterme en tu vida pero eso no significa que no vaya a hacerlo. No quiero que estés sola por la calle ni que que te veas envuelta en nada peligroso y sobretodo quisiera que te convencieras de una vez que soy una persona a la que podes recurrir. No es por Lucas solamente por el que estoy preocupado -concluye.
No sé qué decir, sólo siento lágrimas provenir de algún lugar y acumularse en mis ojos.
-Vi a tu mamá llegar anoche -dice y capta mi atención por completo con eso. Me quedo mirándolo por un segundo antes de responder.
-Bueno, sí. Tenía que volver algún día. ¿Qué hacía usted despierto tan tarde?
-Cuando están solas me doy una vuelta de tanto en tanto para ver si está todo bien y de paso salgo a estirar un poco las piernas. Espero que eso no te moleste -explica.
-¿Usted nos vigila? -pregunto resumiendo la explicación, un poco sorprendida de que se tome ese trabajo y más aún la forma tan natural en que lo dice.
-Supongo que ésa es una forma de interpretarlo, si -admite.
-No tiene por qué hacerlo Elías, no soy su responsabilidad.
-Eso es discutible Anna -replica y sólo se queda ahí sentado esperando a que responda. ¿Qué se supone que debo decir a eso?. Es conmovedor que él muestre afecto por mi familia y por mí. No puedo evitar pensar en Lucas y en cuento se parecen. Y si bien sé de la dificultad que tienen en entenderse, tengo que decir que el profesor es un padre que cualquiera quisiera tener. Le guste a Lucas o no. Su compasión y honestidad hace que sienta vergüenza de mi propia familia a veces, vergüenza de mi misma inclusive. ¿Qué pasa si termino siendo igual que mi mamá, o igual a mi papá donde quiera que esté? ¿Qué pasa si por más que luche contra la idea, el tiempo y la sangre que corre por mis venas me hagan exactamente igual a ellos? La idea me deja sin aire. Sé en mi interior que tengo que ser una mejor persona por Layla, por Lucas y por mí. No quiero convertirme en un ser egoísta cuyas adicciones marquen cada decisión equivocada que dé. Sólo que no sé cómo hacerlo. No sé absolutamente nada.
-¿Por qué no te sentás un rato más y tratas de hacer el examen? Sé que prestas atención en clase, estoy seguro de que si te concentrás un poco las palabras van a salir -dice dedicándome una media sonrisa para alegrarme.
Niego con la cabeza sin dejarlo ni siquiera terminar.
-No me acuerdo. No sé nada. Solo repruébeme -contesto y noto las lágrimas que empiezan a caer. Siento que es un cuerpo extraño el que está llorando, por un momento no me reconozco. ¿Realmente voy a llorar por un estúpido examen? Esta no soy yo.
Y sin embargo, una vez que derrame la primer lágrima, el resto se siente más fácil. Lloro con tanta facilidad que me asusta. Lloro por nada y por todo a la vez, es una sensación horrible pero tan liberadora que desconcierta.
Me levanto en un intento de salir de ahí con al menos un poco de dignidad. Ni siquiera llevo mi mochila, lo único que espero es poder huir de la habitación sin más planteos ni preguntas. Choco contra el pupitre de atrás y golpeo la parte baja de estómago, sigo adelante sin detenerme a pensarlo.
Siento como alguien toma mi ropa antes de llegar a la puerta. El profesor me da vuelta del brazo y abraza tan fuerte que me doy por vencida. Él es mucho más alto que yo, entre sus brazos parezco una nena de la edad de Layla. Me avergüenzo por estar empapándole la camisa de lágrimas, pero al parecer había abierto una puerta que ahora no podía cerrar. El me deja llorar y no dice ninguna de esas palabras tontas que a nadie consuelan.
Siento como si me estuviera ahogando de nuevo, como aquella vez cuando era tan solo una nena. Pero esta vez, hay alguien a mi lado. ¿Qué significa esto?
No tengo ni idea.